Dry River y su cuarta y creciente evolución
Material a pulir: Dry River
Disco: “Cuarto Creciente” (2022)
Procedentes de: Castellón de la Plana (Castellón)
Estilo: Rock, Hard Rock, Rock/metal progresivo.
Redes Sociales:
Web: www.dry-river.com
Facebook: DryRiver
Instagram: dryriver
Youtube: DryRiverBand
Twitter: DryRiverOficial
Discografía:
«El Circo de la Tierra» (2012)
«Quien tenga algo que decir, que calle para siempre» (2014),
«Rock & Rollo… ¡Y caña!» (2017)
«2038» (2018),
«DC» (2019).
Formación:
Ángel Belinchón: Voz
Guillermo Guerrero: Guitarra, coros.
Miquel Centelles: Teclados y coros.
Pedro Corral: Batería y coros.
David Mascaró: Bajo y coros.
Matías Orero: Guitarra y coros.
Sello discográfico: Dry River Records (Autoeditado)

Era una ardua tarea la afrontada por los castellonenses Dry River.
Tras el lanzamiento del pluscuamperfecto disco “2038”, del que tuve la tardía y agradecida ocasión de realizar reseña para esta página, la cual podéis leer Aquí, y la baja del guitarrista de la formación, Carlos Álvarez, una de las piedras angulares del sonido de la banda, y de su teclista, Martí Ballmunt, era complicado lanzar un disco de estudio, Pandemia mediante, que pudiera estar a la altura del mencionado.
Que duda cabe de que Dry River se ha ido convirtiendo, paulatinamente, y a medida que han podido ir demostrando su valía ante algunos de los mejores escenarios del país, en una de las bandas que más cariño condensa ante un público cada vez más segmentado y subdivido en los diferentes géneros y subgéneros del rock/heavy.
Buena prueba de ello, fue el disco “DC”, donde podréis descubrir la capacidad de la banda de crear una especial comunión con su público en los directos y su apabullante talento cuando saltan al escenario. (¡Y con fantásticas colaboraciones, oiga!)
Al margen de ello, Ángel Belinchón y compañía, quienes ya venían avisando de un cambio en su formación, en términos de indumentaria y actitud, terminan de confirmar su giro a un sonido más maduro y depurado con su más reciente lanzamiento y que nos trae aquí, como es “Cuarto Creciente”: su cuarto disco de estudio que desvela su intención de dar un salto cualitativo en su propuesta, con intención ascendente, motivo por el cual, lo acertado de su título.
Indudablemente “Culpable” es un verdadero Cuarto Creciente en lo que a las intenciones de la banda se refiere.
Fue el primer tema lanzado al mercado, en Redes Sociales y plataformas varias, acompañado de un muy cuidado videoclip (nada nuevo en la banda) que no deja de ser una auténtica declaración de intenciones de Dry River, en lo que a la evolución de su sonido respecta, sin dejar de lado una sensación continuista a anteriores proyectos de la banda.
El inicio de piano es preciosista, te imbuye en una atmósfera íntima y atrayente. El coro con el que rompen las tonadas iniciales de la melodía vocal Ángel Belinchón, acompasada al ritmo que haremos nosotros a futuro, (pues el tema está condenado a ser un himno más de los directos de la banda), ensambla a la perfección con unas campanas tubulares que llenan de intensidad y epicidad el inicio de una letra que habla sobre la arbitrariedad a la que se enfrentan los ajusticiados sin prueba que acredite una culpabilidad que la formación discute, dando ciertas puyas a aquellas “altas instancias” a las que no les importa tanto cumplir la “ley” como ver que el señalado injustamente caiga en las fauces del sistema.
Ojito al buen riff de guitarra en el último tercio que anticipa al puente y la parte final del estribillo, con la vuelta del teclado, que a su vez dará el certero remate al primer trallazo de este “Cuarto Creciente” que, como venimos diciendo, condensa el nuevo sonido (más progresivo que antiguos trabajos) de estos nuevos Dry River.
La Luna Nueva de este disco es “Segundo Intento”.
Si esta fase de la Luna nos proporciona mayor energía y supone una propia renovación, estoy convencido que este tema también lo hace. Hard Rock de la vieja escuela.
Las guitarras con las que abre este segundo “track” marcan un buen rollazo increíble, que será ratificado con el mejor estribillo, sin duda, del disco:
“Arder y renacer, con alas en los pies y nubes en los dedos,
querer hasta vencer, antes y después del segundo intento”
El optimismo que transmite esta composición es apabullante, el trabajo de ambos guitarristas, sres. Guerrero y Orero es sencillamente genial, siempre con permiso del trabajazo, que más adelante será destacado, de Miguel Centelles a los teclados.
Canción que entra desde el principio, que se te queda grabada en la piel y que, al hablar de la autosuperación, es el perfil de composiciones que ameritan ser puestas en esos momentos en los que necesitamos un impulso para sentir “alas en los pies y nubes en los dedos”.
Brillante.
En el inicio de “La libertad” se empieza a destacar, o más bien se certifica, la especial simbiosis que don Ángel tiene con don Miguel, voz y teclados respectivamente, en unos cuantos acordes que, bien pudieran sonar como el inicio de cualquier canción de musical de Los Miserables, por poner algún ejemplo.
Nuestro vocalista tiene una voz de «cantante de musicales que echa para atrás”, la verdad sea dicha.
La comentada sensibilidad del inicio, así como la posterior y brutal entrada de las guitarras, realizan un tándem que sorprende por el “recrudecimiento” del sonido de la banda.
Y vamos aún por el tercer segmento del plástico…
La Luna Menguante Convexa del disco es atribuible a esta composición que, si bien tiene en su letra un fondo positivo, parece que éste es sólo de inicio, pues reclama la posible inutilidad que puede significar la mala utilización de una libertad, que no ha de significar, “per se”, la felicidad.
Luchar por lo que anhelas es cuestión tuya. La libertad ya la tienes. Sólo has de saber darle uso.
Canción profunda, con fuerte mensaje.
“La serpiente”, en contraposición, es la más oscura, con diferencia, de la propuesta de los Dry River. Nuestra particular Luna Negra, que representa el fin de los diferentes ciclos lunares, dejándola en oscuridad total. No recuerdo canción tan “tenebrosa”, en sonido, letra e intenciones como en “La Serpiente”
La voz rasgada de Belinchón se ensambla a la perfección con un sonido pesado y atormentado que suena, en manos de los castellonenses, a las mil maravillas.

Y, con la balada “Si estás tú”, llega la Luna llena. Temazo lleno de luz, cocinado a fuego lento y, donde por fin, llegamos al matrimonio perfecto de teclado y voz donde, dulcemente, nos llevan a una de las canciones más sentidas y “paladeables” del disco.
Al igual que no hay evidencias científicas del porqué de los cambios biológicos y del sistema nervioso que pueda realizarnos este ciclo lunar, lo cierto es que, el heavy más radical, de tachuelas, pantalones de cuero y muchas muñequeras de pinchos, no puede evitar venirse abajo con una buena balada.
Esto es “Si estás tú”.
Como argumentamos, es la balada por antonomasia. Potente melodía vocal, que va de menos a más, maravillosos riffs de guitarras en varios recovecos de la composición, amén de unas líneas de teclado bonitas y dulces. Coros armónicos y preciosa letra.
La delicadeza con la que se nos presenta esta composición hace que sea de las mejores propuestas del disco.
“Capitán Veneno” es la Luna Creciente convexa del repertorio. Cuando esta fase de la Luna es luminosa en casi su totalidad, manteniendo sólo un lado pequeño oscuro, que va perdiendo ese “lado recto” característico típico de fases anteriores.
Sentido homenaje al comparsista, chirigotero, compositor y poeta gaditano Juan Carlos Aragón.
He de admitir que jamás me hubiera imaginado que Dry River homenajeara al “Capitán Veneno” y lo hiciera con el tema más cañero del disco. Toda una fantasía.
Y es que, así es esta composición: Pura y absoluta evolución en la banda. La voz rasgada, más madura y contundente de Ángel entra a fuego en la más atractiva (a juicio de un servidor) intervención de las baquetas del sr. Corral, que está que se sale en este «track».
Probablemente, la más progresiva del disco.
“Calles inundadas” es una composición sublime. Así lo decimos, sin paliativos.
Todos los engranajes que significan la nueva maquinaria de estos Dry River funcionan como un reloj suizo.
Además, cuenta con la colaboración de la violinista Philippa J. Skilman que da más profundidad, si cabe, al tema.
La Luna Creciente Cóncava. La también llamada luna tradicional. Es la óptima para sembrar todo aquello que requiera una larga germinación. Y esta canción, que es la más larga del disco, (a lo “Peán”) hay que saborearla a sorbos pequeños.
La que más colmada está de pequeñas diabluras en forma de excelencias musicales, que redescubres a cada escucha.
Fragmentada en 4 partes, “La Lluvia”, “El refugio”, “La Rabia y “El Anhelo”, la profundidad de esta composición es del todo gratificante. Funciona como relato de lo sufrido en la etapa más difícil de la Pandemia, con recitado final al cargo de Ángel, que supone un auténtico regalo por parte de la banda a todos lo que sufrimos el maldito confinamiento.
“Se aleja la lluvia y yo me asomo al mirador
Calles inundadas de dolor
Ya se van las nubes, pero el frío se quedó
No hay canción en el mirador
No hay canción para ningún Dios”
“Funeral” será, por méritos propios, nuestro Cuarto Menguante. Esta fase lunar es la contraria al Cuarto Creciente y, este tema es el mas parecido a las propuestas con las que nos deleitaban los antiguos Dry River, los de las americanas doradas y brillantes, los del pelo largo del Belinchón, los más divertidos y los “canallitas”, que se dieron a conocer al gran público con su particular, y a veces infravalorado, sentido del humor.
Ojito a la sobrada que se marca el pianista Luis Prado en su sólo al final del tema.
“Despedida”: La que, más que probablemente, pueda ser la sentida despedida a los exintegrantes de la banda, Carlos Álvarez y Martí Ballmunt, será nuestra particular Luna Menguante Cóncava, pues significa el cambio de ciclo que termina una etapa y empieza otra.
Sólo aquellos que nos hemos visto obligados a despedirnos de proyectos, ocios, amigos, trabajos… sabemos de la profundidad de la canción y lo acertado de la saeta disparada…
Y, si no fuera el caso, con permiso de Dry River, que ya se han pronunciado indicando que fue compuesta antes de la salida de los mencionados ex-integrantes y que funcionaría como canción de despedida de los directos, por nuestra parte. lo entenderemos así:
“Compañeros, yo me despido,
y si el tiempo vuelve a juntarnos para celebrar…
Brindaremos”
Dry River realiza un golpe de efecto con este “LP”.
Entiende su necesidad de evolucionar y regalar a su público un puñado de muy buenas canciones (que, dicho sea de paso, nos parecen pocas) para llegar al convencimiento de que siguen, como hace años, en el camino correcto.
La calidad musical que atesoran sus composiciones, hace al oyente tener la sensación de que se han fraguado a fuego lento y así conseguir su buscado influjo lunar.
Los castellonenses son conocedores de que han de enarbolar su mejor arma, que es la de lanzar a la órbita temas trabajados y bien compuestos, sin la celeridad que nos aturde en estos tiempos que vivimos y que, parece ser, empujan a algunas bandas a crear productos que parecen faltarles un par de horas de cocción.
No es el caso de Dry River.
Mas, qué duda cabe de que el trabajo a realizar es complejo. Las fases de la Luna están ahí para que las observemos, que miremos arriba cada vez que lo necesitemos.
Indudablemente, no todas serán de nuestro agrado a priori, pero no podemos dejar de admitir la belleza de todas y cada una de ellas. De nosotros dependerá entender las virtudes de cada una de las fases, volviendo a alzar la vista, transcurrido algún tiempo, y volver a admirarlas.
De las nubes, que impidan el reiterado visionado y disfrute, ya se encargarán los Dry River quienes, en el escenario, las despejarán por completo:
Sólo tenéis que animaros a ir a verlos, en cualquier ciudad, en cualquier festival, para saber que, en directo, el cielo está completamente despejado y podréis admirar y dsfrutar su «Cuarto Creciente» (y el resto de sus fases) en todo su esplendor.
Y creedme: volveréis a mirar a la Luna pasado cierto tiempo una y otra vez…

Nota del autor:
Siendo conocedor de que las fases de la Luna «canónicas» son ocho, me he permitido, en orden a la simbología que he intentado materializar en el análisis del disco con los ciclos lunares, incluir La Luna Negra en las citadas fases, todo a fin de compactar en el mismo las nueve composiciones integradas en este «Cuarto Creciente».
Autor de la reseña: Antonio J. Álvarez
Vaya currazo de reseña!!!
El mejor disco de rock del año y del siglo. No puedo parar de escuchar este discazo.