Crítica de «VI», de Zenobia

Berceo sigue rugiendo

Material a pulir: ZENOBIA

Disco: “VI” (2020)

Procedentes de: La Rioja

Estilo: Power metal, heavy metal.

Discografía: «Luchando hasta el final» (2006) «Alma de fuego» (2009)  «Armageddon» (2012) «Supernova» (2015) «Baladas» (2015) «Alma de Fuego II» (2016)

Sello discográfico: Maldito records

Formación:

Jorge Berceo – Voz
Mario Suarez – Guitarras
Marcos Lorente – Guitarras
Héctor Hernáez – Bajo
Ernesto Arranz  – Teclado
Javi Herrero – Batería

Redes Sociales:

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Autor de la reseña: Antonio J. Álvarez

Los riojanos Zenobia son ese estilo de bandas que no necesitan presentación, pues se han ganado, a base de trabajo, el destacable puesto que ostentan entre los grupos patrios. Y con merecido esfuerzo, diría de paso.

Con este nuevo lanzamiento, que simple y llanamente lo han denominado “VI”, se confirma el paso adelante, a modo puñetazo sobre la mesa, que ha dado la banda tras la salida del guitarrista Victor de Andrés y el bajista Salva Hache los cuales, han sido sustituidos a las 6 cuerdas por Mario Suarez y Marcos Lorente; y a las 4 cuerdas por Héctor Hernáez.

La producción ha estado a cargo de Dan Diez (Tierra Santa) y la portada ha sido obra del francés Pierre-Alin D.

El disco da apertura con una composición instrumental, “VI”, donde destacan sonidos sintetizados, que a su vez auguran un cambio de tercio en el sonido de la banda, quizás con tintes más industriales y con un protagonismo muy destacado del teclado de Ernesto Arranz, que estará mucho más presente que en anteriores lanzamientos de la banda. La cuenta regresiva nos sirve como prefacio al siguiente tema.

Sin pausa, y conectado con el “track” anterior, irrumpe “Sin Perder La Pasión”, probablemente una de las canciones más potentes de este nuevo disco de los riojanos, con un «riff» de guitarra atronador. Sin lugar a dudas, se trata de una declaración de intenciones por parte de la banda. No sólo en lo que respecta a la letra, sino también al  sonido, que determina el nuevo rumbo que quieren tomar; y te lo hacen saber desde el primer compás.

                                                      “Si te preguntan por mí, diles que aún perdura la llama”

Como decíamos al principio, y no nos reiteraremos mucho más en este punto, al tratarse de una máxima en todo el plástico, la presencia de los teclados del sr. Arraz da versatilidad y profundidad a este nuevo sonido de estos nuevos Zenobia. En el concreto caso de este «cañón», me ha parecido tremendamente acertado el estribillo que es lanzado como una saeta:

Al mismo diablo he vendido mi alma, no quiero su compasión.  

Mientras yo sigo jugando mis cartas, sin perder la pasión”

Estamos indudablemente ante un tema que entra a la primera escucha y que será uno de los buques insignia de los nuevos directos de la banda.

Con “La Danza del Diablo” he de rendirme ante las baquetas de Javi Herrero. No sólo en todo el transcurso de la duración del “track”, que también, pero he de admitir que me ha sorprendido y encantado a partes iguales, al último tercio, el cambio de tiempo y el puente a dúo entre Berceo y Herreo que rompe al estribillo de forma tremendamente atractiva.

Mi único escollo con este “VI” fue “El Último Bastión”. A las primeras escuchas se me antojó como una canción algo genérica, con una fuerza algo impostada, pese a que intenta tener toda la del mundo. Tras esas primeras escuchas, entendí rápidamente que era algo personal, así que probé a paladearla a sorbos pequeños y, de repente, a la cuarta escucha, comencé a encontrarle matices, pues al tratarse de una composición con una atmósfera cruda, oscura y compleja, acabé entendiendo que es en su propia estructura en lo que destaca.

Con “Tu Amistad”, ya casi entrando a la mitad del disco, comencé a tener la ilusionante sensación de que no estábamos escuchando a los antiguos Zenobia. Los acordes y fórmulas de estas primeras canciones empezaban denotar que, aunque de forma discreta, no eran los mismos de antaño; aunque no hay pegas en eses sentido. Fue divertido notar esos matices y recursos nuevos, aunque sería algo muy sutil una vez terminada la escucha del disco al completo y analizar su contenido al completo. Muy buen tándem de guitarras en este “track”.

“No Me Dejes Caer” tiene un precioso inicio, que se repite en el puente, en tesituras vocales graves, aderezadas con un «riff» machacón, muy «hardrockero». Se trata de un medio tiempo cojonudo, con una melodía que te deja ensimismado y te atrae. Composición que se te queda grabada en la mente a la primera escucha y la que hace te descubras tarareándola en cualquier situación. Temazo.

“Buscando una Luz” es probablemente la canción donde más tintes industriales y distorsiones he percibido en el transcurso del disco. Es de destacar nuevamente la potente batería que se disfruta a raudales. Destacable el videoclip, que os dejamos abajo de la reseña, con el que la banda presentaría a esta nueva formación.

“Sigo Rugiendo” es potencia es estado puro. Sin lugar a dudas, estamos ante uno de los mejores cortes del disco. El trabajo de Berceo a las voces se torna excepcional, y saca garra para volver a reivindicarse a sí mismo y su proyecto:

“Quieras o no, sigo rugiendo con más fuerza en mi interior,

sin miedo y sin control,

te guste o no, sigo avanzando sigo en pie sin rendición,

llevo esa bestia dentro de mi corazón,

y tú no me das miedo!”

El “groove” de la composición es sencillamente brutal. Las guitarras se descubren como perfectamente compactadas. Berceo está que se sale. El teclado suena poderoso. Las baquetas y el bajo no desmerecen. Insistimos:  Posiblemente el mejor tema del disco.           

La sentida «Jamás» creo que puede ostentar el número uno del disco en lo que a estribillos se refiere. He de admitir que me ha traspasado la letra de este “track”, y para muestra un botón:

“Sea para bien o para mal, él siempre lucha hasta el final, y siempre encuentra una salida.,

si hoy gana o pierde le da igual, pues lo que importa es no dejar de pelear jamás”

Potencia en estado puro, garra en la melodía vocal, muy progresivo, y acompasado por las teclas de Ernesto (ojo al puente final). En definitiva, un grandísimo tema para defender en directos.

El Laberinto: Con tintes sonoros que se me antojan futuristas y épicos, el tema inicia con la preciosa voz de Isabel Bermejo, quien ya colaborara con Zenobia en las canciones «Dentro de mí» y «Recuérdame» del disco «Baladas»,  y que nos da entrada al que, quizás es el tema más industrial del disco, con muy destacable «riff» de guitarra al tercio final de la composición.

En mi “Mi Mundo por Volver”, aunque inicialmente pueda dar la sensación de que repiten estructura de (a mi parecer) una de las baladas más bonitas facturadas por la banda, “Ante sus ojos”, no se puede negar que compositivamente es muy atractiva y compleja: teclados, violines, la voz de Itziar Brerradre (vocalista de «Innervoice») entrando a dúo con Berceo… todos esos elementos atrapados en un “in crecento” apasionante, que se retrotrae en sí mismo en sus últimos compases a un preciosista sólo de guitarra. Un gran tema, sin lugar a dudas.

El Príncipe de la Oscuridad: Un Delicioso punteo de guitarra abre un “track” que inicia hermoso en su comienzo pero que, a modo de desgarro a golpe de «riff» de la eléctrica te saca del sueño, tornándose a un sonido oscuro y con un doble bombo demoledor y letra que habla de una historia trágica de amor:

“Ella no lo soportó y la vida se quitó, la encontró pálida y fría,

no aguantó el dolor, maldijo todo aquello que defendió,

murió su corazón y su alma rota allí lo abandonó,

para él no hay perdón, la sangre saciará la sed y el rencor,

      su Dios lo traicionó y ahora vaga entre las sombras y el terror”.

Un auténtico subidón de adrenalina del que es el tema que da fin al disco, y que te deja un sabor de boca espectacular del recorrido mantenido en este “VI”. Por cierto, si el inicio del tema era bonito, el final es otro nivel.

Es indiscutible, a estas alturas, que Jorge Berceo es uno de los cantantes y “frontmen“ más carismáticos del país. Su puntual intervención en Avalanch, con ocasión de la sustitución por motivos de enfermedad de Israel Ramos, fue digna de alabar y aplaudir, y se nota el resultado en esa empresa acometida por Berceo en lo que a evolución vocal se refiere.

En lo relativo a “VI”, quizás he tenido la sensación de querer que la banda arriesgue algo más en las composiciones pues, aunque dinámico y potente, me ha parecido que Zenobia tenía una oportunidad de oro de avanzar, con motivo de las nuevas incorporaciones y la mayor presencia del teclado, en lo que a  evolución en el sonido de la banda respecta. Y dicha cuestión no es negativa o criticable, pero quizás, era la oportunidad de dar ese paso hacia adelante.

Zenobia sigue sonando a Zenobia, y habrá muchos que lo que quieran es escuchar a Zenobia. Así, sin ambages.

La colección de composiciones son del todo cojonudas, no hay bajón de calidad en ninguna de ellas, trasladándote una sensación de continuidad y de que se trata de un plástico que no va a funcionar sólo con 3 o 4 temas, pudiendo defender todos y cada uno de ellos en los directos. Creo que ése es el valor más destacable de este “VI”.

En este sentido, hay que apuntar que la banda ha denotado menos las ausencias de lo que uno esperaría, siendo el sonido de este “VI” un sonido consistente y bien implementado, sin fisuras, lo que redunda en que el resultado del  disco sea más que notable.

Grados
Por Antonio J. Álvarez - 875º/ 1000º

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