Lleno en La Riviera para arropar a una de las formaciones clásicas de nuestro Heavy Metal que mejor en forma está.

No puedo negar que Saratoga es uno de mis grupos fetiche, seguramente la banda que más veces he visto en directo; solo en los últimos diez meses, cuatro veces, a cada cual mejor. Una descarga de los madrileños siempre viene precedida del ambiente de las grandes citas, y en esta ocasión no iba a ser menos. La sala elegida una vez más, La Riviera, no dejaba lugar a dudas.
Los toledanos Nocturnia fueron los encargados de caldear el ambiente con la presentación en Madrid de su último disco «La tempestad», una banda a la que conocí hace muchos años (incluso llegamos a verlos en el Extremúsika 2009) pero a la que le había perdido la pista. Tras su paso por Sevilla, algún compañero de Esquirlas de Metal me dijo que Nocturnia le había gustado incluso más que Saratoga, así que era momento de volver a comprobar su puesta en escena.

Entramos en la sala cuando sonaba «Baraka», power metal del bueno, y siguieron con otros cortes no menos directos como «Héroes de bronce» o «Negro sentimiento». A la banda se la veía feliz, risueña, consciente de que era uno de los puntos álgidos de la gira; la compenetración entre los miembros era palpable. «Alza los puños» me sorprendió gracias a uno de esos estribillos pegadizos que se te quedan bailando en la cabeza durante varios días, muy buen tema. «Héroes de bronce» es la canción que más me gusta de «La Tempestad», una especie de medio tiempo en el que combinan voces limpias y guturales y que quedó muy bien en directo. «Cenizas», corte en el que los acompañó sobre el escenario Alberto Rionda (ha producido su disco), y «En busca el tiempo» fueron el broche de oro para una descarga potente y con gran personalidad, sin fisuras. Me gustaron mucho Nocturnia en directo, sí; habrá que seguirles más de cerca.

No tardaron mucho en aparecer el emblema de «Aeternus» y el gran Dani Pérez para anunciar el comienzo del plato fuerte de la noche: Saratoga volvía a La Riviera para intentar superar aquel apoteósico fin de gira de 2018, en esta ocasión con ‘nuevo’ disco debajo del brazo (y entrecomillo porque ya llevan girando con él nos cuantos meses) e inmejorable excusa para empezar la noche con «Una vez fuimos héroes», uno de los mejores trallazos del último disco. Me sorprendió que no abrieran con «A morir» como llevan haciendo en los últimos tiempos, pero pronto se acabó la espera para escuchar esa apisonadora del «Agotarás», mi canción favorita de la banda. ¡Cómo sonó aquello! Era solo el segundo tema y ya veíamos a un Niko pletórico, a un Jero concentradísimo y a un Tete que, como siempre, supo meterse al público en el bolsillo desde el primer momento.
Siguieron «No sufriré jamás por ti», ese auténtico himno llamado ««Maldito Corazón» y «El vuelo del halcón», coreado por el respetable a voz en grito. Y es que resulta llamativo, cuanto menos, que mires a la época de Saratoga que mires siempre encontrarás varios cortes dignos de entrar en un repertorio que cada vez se les hace más difícil cuadrar para intentar equilibrar una balanza justa entre clásicos y ‘novedades’. «Tres ahorcados» supuso un punto de inflexión en cuanto a adrenalina, aunque poco duró esa pequeña tregua por culpa de «Siempre hacia el sol», otra canción de «Aeternus» que combina medios tiempos con un estribillo a toda velocidad; no es de mis favoritas del disco, pero en directo es efectiva. Alberto Rionda volvió a salir al escenario para acompañar a la banda en «Las puertas del cielo», no sin antes agradecerle la gira por México que hicieron juntos el año pasado, en la que sustituyó a Jero. Tete se sabe poderoso en estas lindes y saca el máximo partido a su voz, muy bien acompañada a los coros, como siempre, por un Niko omnipresente. Temazo donde los haya.
Llegó el primer descanso de la banda, que Dani aprovechó para marcarse un solo que mantuvo muy activo al público y que permitió (una vez más, y como si hiciera falta a estas alturas) mostrar su virtuosismo. Pedazo de animal a la batería. Llegaba el momento romanticón de la noche y, para mi sorpresa, tenían preparado una especie de medley que incluía «Lejos de ti» (una buena noticia que la hayan retomado para el directo), «Parte de mí» y «Acuérdate de mí», un repaso a todas las épocas de la banda para dejar claro que los heavies también saben hacer canciones con sentimiento. Y de primer nivel además.

La pegadiza melodía de «Tras las rejas» siempre es un acontecimiento en directo, hace que el público se entregue, pero quizá no tanto como con «Vientos de guerra», esa apisonadora que dio nombre a uno de los mejores discos de la banda. Qué manera de hacer vibrar a una sala entera. Una sala, por cierto, con un buenísimo aforo, diría que superando los ¾ de asistencia; algo muy positivo teniendo en cuenta las dimensiones de La Riviera y que Saratoga es una banda que se prodiga mucho por Madrid (incluso gratis en los últimos meses, como los conciertos que dieron en las fiestas de Carabanchel Alto y en las de Vallecas). Un solo de Niko al bajo precedió a la magnífica «Si tú no estás», también de «Aeternus», que habla sobre el poder de la música, y a la siempre obligada «Resurrección». Trallazo tras trallazo.

Entonces se dio el momento de los esperados bises, donde no hubo lugar a sorpresas: «Perro traidor», «El olvidado de dios» y «Como el viento», el tema con el que cierran desde hace meses sus conciertos, pusieron la guinda a una noche memorable de heavy metal en la capital. Como no me cansaré de decir, Saratoga está formado por unos músicos que derrochan, ante todo, profesionalidad, y con esta premisa resulta difícil no quitarse el sombrero ante cualquier de sus conciertos. Por mi parte van ya 16 veces las que los he visto encima de un escenario y, teniendo en cuenta su estado de forma, vendrán más. Muchas más. Rock on!
Texto y fotografía: Miguel Martínez.