Los poetas asturianos siguen vivos, más que vivos

Avalanch nos deleitó con una gran presentación de su último trabajo, El Secreto, y con un interesante repaso a su trayectoria musical

 

     Tenía muchas ganas de volver a ver a Avalanch en directo en una sala, pues las últimas tres veces fueron en sendos festivales; sin ir más lejos, este pasado agosto en el Leyendas del Rock, donde quedamos muy satisfechos con su actuación y gratamente sorprendidos por lo bien que se había aclimatado Jorge Berceo al repertorio de los asturianos. Tocaba refrendar sensaciones.

Antes de entrar en el apartado meramente musical, debo decir que la sala elegida para la ocasión, el Teatro Kapital, me dejó personalmente bastante que desear: amplias zonas con sofás que limitaban los movimientos, varios reservados para la gente ‘chachi’ y una disposición arquitectónica con, según donde te ubicaras, visibilidad limitada; por no hablar de los precios en barra, un abuso mayor (que ya es decir) al que nos han ido acostumbrando en la capital. La acústica, por el contrario, y eso también hay que reconocerlo, fue impecable.

     Venían Alberto Rionda y los suyos a Madrid para presentar su último trabajo, «El Secreto», que para los compañeros de Esquirlas de Metal ha sido uno de los discos más destacados del 2019. Una presentación que comenzó en tromba con tres de sus mejores temas: «El Oráculo», el primer single del elepé, «Demiurgus», para mí el más pegadizo de todos con ese estribillo tan bien trabajado, y «El Peregrino», un medio tiempo con gran ambientación. A la banda se la ve cada más compenetrada, también en directo, algo que no debe de resultar fácil tras los mil y un cambios de formación con los que ha cargado siempre; y es que todo tiene que ir sobre ruedas cuando tienes a tu lado a músicos experimentados de la talla de Jorge Salán, Mike Terrana, Manuel Ramil o Dirk Schlächter. Jorge Berceo, que sigue sustituyendo a Israel Ramos por sus problemas de salud, ha sabido adaptarse muy bien al estilo de la banda y lo dio todo sobre el escenario, sabedor de que había muchas miradas puestas en él. El propio Rionda lo definió como ‘el miembro más rentable de la historia de Avalanch: cero ensayos y una gira entera’, pidiendo una ovación por su arrojo y señal de que hay buen feeling entre ellos.

     Una de las cosas que más me gustó de este concierto fue que el setlist repasara la trayectoria de la banda y que fueran cayendo uno tras otros temas míticos de (casi) todas las etapas de Avalanch. Un repaso memorable: «Otra vida», del disco «Muerte y vida» con magníficos cambios de ritmo y una labor grupal de primer nivel; «Delirios de grandeza», de «El Ángel Caído», uno de los himnos de la banda que son coreados por el público a voz en grito de principio a fin; «Pies de barro», también de «Muerte y vida», con moraleja incluida; «Mil motivos», de «El ladrón de sueños», otro medio tiempo cargado de una emotividad que se sintió sobre el escenario; o «Alborada», de «Los poetas han muerto», canción en la que una chica y su hija subieron a las tablas tras adivinar el título de la canción con los primeros acordes. Una gran experiencia para ambas, selfies mediante, la de compartir estos momentos con la banda.

Me gustaría destacar también el juego de pantallas traseras con el que jugaron durante todo el concierto, un compendio de luces y grafismos que dio personalidad a la descarga y que representó el gran acicate visual de la noche; muy buenos montajes. Lo que sí me pareció bastante desacompasado fue que en varias televisiones repartidas por la sala pusieran en bucle los videoclips de «El Secreto», aun cuando estaban sonando otros temas. Pequeños detalles.

«El alquimista», uno de esos temas con carácter progresivo que tanto le gustan a Rionda, y «Decepción», más pausada, volvieron a la senda de «El Secreto» antes de efectuar el primer parón de la noche. El público ha acogido muy bien este último trabajo, me llamó la atención las ganas con las que cantaban las canciones, señal de que respetable y banda han sabido conectar una vez más. En mis crónicas siempre digo que no soy muy amigo de los solos instrumentales, pero no tengo problema en hacer una merecida excepción cuando es la batería de Mike Terrana la protagonista: el estadounidense se marcó un solo bastante largo, pero no por ello reiterativo, ni mucho menos. Supo enganchar al público, hacernos partícipe; su ‘¡¡De puta maddddre!!’ fue algo memorable, casi tanto como su habilidad tras los bombos, pedales y platillos. Menuda bestia parda es este Mike, qué gusto verlo en directo y qué suerte tiene Avalanch de contar con él, pues ha sabido meterle a los temas una marcha más que, sobre todo en directo, se nota una barbaridad.

     «Baal» fue la elegida para representar al «Malefic Time» en este repaso por los discos antiguos de la banda, trabajo que hubiera supuesto un antes y un después… de haber seguido los derroteros adecuados. Una alegría que rescataran un tema tan completo, en ocasiones rasgando el death y en el que Berceo tuvo que emplearse de lo lindo. En «Alas de cristal» salió al escenario Jezabel Martínez para acompañar con su violín, aunque tuvo la mala suerte de que se acoplara el sonido y apenas se distinguiera su instrumento entre el resto. Y, tras este tema suavón de «El hijo pródigo», fue Dirk quien se encargó de amenizar el segundo parón de la noche con un solo de bajo: cumplió bien, es un crack a las cuatro cuerdas.

     Y fue entonces cuando los que disfrutábamos de la banda nos llevamos una enorme sorpresa con la reaparición de Israel, que salió a demostrar con «Alma vieja» que la enfermedad no ha podido con él y que la recuperación marcha según lo previsto; se le notó muy emocionado al recibir el calor del público, no era para menos. Uno de los mejores temas del último disco, sin duda, puro sentimiento de comienzo a fin; se comienzo capitaneado en solitario por Rionda es auténtica magia, impresionante cómo va subiendo la intensidad. Pensábamos que Israel volvería a los camerinos, pero nada más lejos de la realidad: tuvo fuerzas para cantarse el resto del concierto, siguiendo por una siempre estupenda «La flor en el hielo» (qué intensidad la de este corte) y la inapelable «Xana», uno de los grandes clásicos de la banda que no puede faltar en directo. Una ejecución de diez.

     El culmen de la velada llegó cuando volvieron al escenario Jezabel y Jorge para cantar a dúo con Israel «Lucero», ese punto de inflexión que daba inicio a aquella obra maestra llamada «Los poetas han muerto»; creo que hay temas más potentes para tocar en esos momentos finales, aunque, sin ser de mis canciones favoritas, reconozco que sonó muy bien. La combinación de voces también quedó patente en «Torquemada», ya como despedida, un trallazo de los que no te cansas por más veces que los escuches. Estupendo final para una noche que solventaron con notable alto, disfrutamos mucho de la descarga en Madrid.

     Podríamos discutir largo y tendido sobre la diatriba entre Isra y Jorge, pero es la segunda vez que veo al cantante de Zenobia con Avalanch y no puedo sino reiterarme en lo que dije (y dijimos, no solo yo) en la primera ocasión: como frontman y como vocalista, personalmente me convence más Berceo; y conste que es más mérito del riojano que demérito del catalán. Tiene otro porte, aporta otra seguridad y otra consistencia a la banda, y es algo que se nota desde el primer minuto. Veremos la evolución de los acontecimientos, pero tendrá que pelear mucho Ramos si quiere dejar el pabellón tan alto. De momento, en Madrid, Avalanch nos dejó una espléndida tarde/noche de heavy metal y es esa sensación del deber cumplido con la que nos quedamos.

 

Texto y fotos: Miguel Martínez

3 comentarios

  1. Muy emocionante compartir escenario, con ellos y tener el orgullo de poder cantar con ellos esa grandiosa balada, como es Alborada

  2. No puedo estar más en desacuerdo con ese último párrafo. Pero para gustos los colores.

  3. Wember nerio

    Los esperamos en El Salvador larga vida al metal

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