RHAPSODY OF FIRE + SYLVANIA + ATREIDES Sala Fanatic, Sevilla (29/9/2019)
El domingo 29 de septiembre, a eso de las 19:30, me enfundé mi cota de malla, afilé bien mi espada bastarda y me ajusté bien el yelmo. Partía hacia una épica batalla en los páramos de la Sala Fanatic. Llegó el momento que tanto habíamos esperado durante toda la semana. Los Rhapsody of Fire, bien escudados por Sylvania y Atreides, se disponían a combatir, y enfrente, hordas de heavys sedientos de Power Metal harían que este combate fuera legendario.
Atreides
Los guerreros vigueses fueron los primeros en entrar en liza eligiendo como primeras armas “Caminante” y “Penitencia”. Ritmos pegadizos y las cuerdas de la guitarra de Dany Soengar lanzando solos de gran calidad para los primeros mandobles que ejecutaba la banda.
Aún éramos pocos combatientes en la sala, pero pronto los que estaban fuera entraron llamados por el buen hacer de los Atreides. Continuaron con un tema de su primer disco “Distancia”, para después casi noquearnos con “Herederos de la fe”. Un auténtico trallazo donde su vocalista, Iván López, atacó con una voz que a muchos nos sorprendió. Este chico combina potencia y afinación en su garganta para sacar una voz muy limpia con la que fue capaz de llenar toda la sala. Si a eso le incluyes pequeños cambios de registro nos encontramos ante un adversario de gran talento.
Con “Frágiles” de nuevo fue una gran guitarra la que empezó el último envite. Los gallegos se encontraban cómodos sobre el escenario y nos animaban a continuar con el intercambio de golpes interactuando con nosotros. ¡Todo actitud! Y así respondimos en las últimas arremetidas “Alma Errante” y “Nueva Pangea”. Esta esta última canción es una maravilla donde toda la banda se luce y dan todo lo que tienen en escena. Especialmente Iván que de nuevo estuvo enorme en la interpretación.
Era la primera vez que me enfrentaba a ellos, y tengo que decir que no será la última. Este grupo me ha ganado. Gran directo, buscando complicidad con el público. Buenos músicos como demostraron Dany con la guitarra y Antonio en el bajo. Y gran cantante. ¡Honor a estos guerreros!
Ahora… tocaba reponerse de las heridas.
Sylvania
Llegaron más refuerzos para este segundo combate y la sala ya se veía a medio llenar. La batalla empezó bien y prometía continuar aún mejor.
Sylvania llegaban para la guerra pertrechados con su último disco, “Testigo de las estrellas”, dispuestos a hacer una defensa a ultranza de él. Y nada más empezar lo dejaron claro con la intro músical “Mare Tranquilitatis” para empezar midiendo las distancias con sus adversarios, es decir, todos los que allí nos congrabamos. La primera sangre se derramó con la homónima “Sangre, sudor y lágrimas”. Parecía que era una declaración de intenciones de la pelea que se estaba librando. Buen comienzo para esta banda que mezcla el Power y el sinfónico con mucho tino.
Si en “Transylvania” fue la potente batería de Sergio y Alberto con su afilada guitarra los que lanzaban cuchilladas sonoras al público en “La princesa prometida” fue el bajo de Álvaro el arma que marcó la diferencia de los valencianos con una cadencia contagiosa que invitaba a moverse y a levantar los brazos pidiendo más.
Llegaban refuerzos desde afuera y el campo de batalla que era la Fanatic ya rozaba el lleno. Y los guerreros “sylvanos” al verse superados en número sacaron a la palestra uno de sus temas más cañeros: “El reino de los sueños”. Alfonso, el vocalista, se recorría el escenario yendo del bajo a la guitarra y vuelta de al bajo, invitándonos a venirnos arriba y disfrutar con ellos. Había llegado el momento de que sacara los dientes con un fantástico despliegue vocal al interpretar “La maldición de Dabria”. Los 4 días de gira con Rhapsody no habían mermado ni un ápice su habilidad con el micro.
Pero nosotros seguimos en pie, y aún levantábamos nuestros filos desafiantes. Seguíamos con ganas de ver que nos tenía preparado el grupo en el último round, que se abrió con la canción homónima de su último disco “Testigo de las estrellas”. De nuevo nos atacaba el doble bombo retumbando y desatado bajo el manejo de Sergio. ¡Que despliegue!. Seguimos con “Luna quebrada”, seguramente su tema más conocido y coreado por una parte del público, quedando “Vivo en tu memoria” para el lance definitivo entre estos paladines y los que allí nos deleitábamos con la cruenta batalla. Seguramente el mejor broche que le podían a su actuación.
La guerra terminaba por aquella noche para ellos tras un gran concierto que fue premiado con el consecuente aplauso y reconocimiento de sus rivales. Y este soldado que aquí firma aprovechó para llevarse el último disco de Sylvania, ese que tan bien supieron defender hoy sobre las tablas.
Rhapsody of Fire
Nueva pausa. Tiempo para volver a afilar las armas y repasar la estrategia. Llegaban rumores sobre con qué nos podría sorprender el último enemigo que teníamos por delante. Todo estaba preparado. Todos los que estamos allí estábamos dispuestos a dejarnos la vida en tal colosal combate. ¡A por ellos!
Los italianos abrieron la contienda con “Distant Sky”, seguido de “The Legend Goes On” primer tema que sonó de su último disco The Eighth Mountain, del que fueron intercalando los cortes con otros de diferentes épocas por las que ha pasado la banda. Con esto nos demostraban que estaban en plena forma. La formación, después de varios vaivenes, ha sabido recomponerse y ahora mismo están en un momento dulce de estabilidad en lo musical. Buena culpa de ello la tiene el solvente y risueño vocalista Voli. Y eso se nota en escena.
Con “Dargor, Shadowlord of the Black Mountain” los teclados de Alex tomaron el protagonismo y nosotros les demostramos nuestra casta de guerreros con los primeros coros que se escucharon. En “The Courage to Forgive” fue una maravilla ver a Roby de Micheli trabajarse los solos de guitarra con una técnica intachable. Y fue una constante durante toda la actuación. No esperaba que “March Against the Tyrant” sonara al ser un corte tan largo (más de 9 minutos); su comienzo más pausado nos hizo sacar las palmas para acompañar las primeras notas y el conciertazo que se estaba marcando Giacomo como vocalista y frontman. Tiene una potencia tremenda que domina casi sin esfuerzo. Se mueve, gesticula, saluda, da la mano al público… al campeón italiano hay pocos que lo superen en combate singular.
Seguían cayendo los golpes como “Into The Legend” viendo a Manu hacer malabares con las baquetas lanzándolas al aire. Esta última incorporación de la banda ha sido todo un acierto ya que le imprime muchísima fuerza y carácter a la batería fruto de su asombroso manejo de la misma, que toca con una facilidad pasmosa. Vamos, que casi no se despeinó.
La multitud estaba embarga por la emoción de la batalla. El grupo se revolvió para liberarse de nuestro abrazo y sacar un ataque contundente justo a nuestro nostálgico corazón: “Dawn of Victory”. El éxtasis nos poseyó en cada estribillo para vociferarlo a pleno pulmón. ¡No iban a poder con nosotros!
Giacomo tomó la espada que nuestro comandante Pablo le tendió en “Rain of Fury” para después de devolvérsela lanzarnos un hechizo con la interpretación de “The Wind, The Rain and The Moon” en castellano y a capela. Todo un detallazo que se marcó la banda para la gira con la que se han recorrido España. Un poco de tregua para recuperar el aliento.
Nueva descarga con “Holy Thunderforce” y “Reign of Terror” mientras chocaban las espadas con los escudos y Alessandro, el bajo, se cruzaba el escenario empapado en sudor.
Queríamos más. Más carga, más lucha, más sangre. Y nos la dieron con la enérgica “Master of Peace”, donde volvió el rapidísimo doble de Manu y las cuerdas de Roby.
A todo esto, el foso de la fortaleza seguía hirviendo, con las huestes de Algalord pidiendo más de la saga de la `Espada Esmeralda´ si bien los embates de la Octava Montaña eran muy bien recibidos, viendo a muchos guerreros enfundados con camisetas de la última cruzada de los transalpinos.
El final a este épico día no podía ser otro. Nosotros lo sabíamos y ellos sabían que sabíamos cual iba a ser su acometida final. Los primeros sones, tan reconocibles, no dejaron lugar a la duda: “Emerald Sword” y de nuevo la locura nos convirtió en berserkers hambrientos de oponenetes para, con nuestra voz como lanza en ristre, arrojarnos en busca de la gloria de enfrentarnos al señor oscuro.
Y así finalizó esta cruenta afrenta en la que no hubo damnificados y sí vencedores. Fue un día memorable que quedará para el recuerdo de los valientes que estuvimos allí y para que los bardos lo narren a quienes no pudieron asistir. Una gran jornada de lucha y metal que se hizo corta. Pero que quedará grabada en nuestra memoria como un conciertazo de tres grandes bandas.
Texto: Ale Puch.
Fotografía y edición: José Luis Alarcón