Delalma al corazón
Material a pulir: Delalma
Disco: “Delalma” (2023)
Estilo: Metal progresivo, hard rock, power metal.
Sello discográfico: Maldito Records
Procedencia: La Coruña
Formación:
Manuel Ramil: Teclados
Manuel Seoane: Guitarras
Jesús Cámara: Bajo
Ramón Lage: Voz
Dave Lande: Batería
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Autor de la reseña: Antonio J. Álvarez

Ya había ganas…
La vuelta de la voz que cantó la banda sonora de parte de la vida de muchos de nosotros volvía al panorama musical acompañado de una superbanda que, según parecía en las primeras noticias que nos iban llegando a cuenta gotas, había sido materializada por don Manuel Seoane.
El guitarrista de la eterna sonrisa (Burning Kingdom Ars Amandi, Burdel King, Mägo de Oz…) debutaba pues como alma máter de una banda después de su extenso bagaje como “partener” de diferentes formaciones, realizando una labor como guitarrista espectacular, pero dando en esta ocasión rienda suelta a su buen hacer compositivo y haciendo las veces de pegamento de la recién nacida Delalma.
Y, como decíamos, trajo debajo del brazo al gran Ramón Lage quien, salvo puntuales colaboraciones como la que realizó en la maravillosa “Hijos de Medea” junto a Isra Ramos, volvía a la primera línea de batalla en este nuevo proyecto musical el cual, según hemos podido saber con diferentes entrevistas a sus miembros, se lleva fraguando al menos desde hace 5 años, por lo que podemos definir que la banda se ha cocido a fuego lento.
A modo de labor introspectiva, Seoane, utilizando al personaje ficticio de Lázaro, como avatar de sus propios sentimientos y emociones, nos zambulle en un poético trabajo, desde un prisma lírico, de alguien que no sabe discernir en su maltrecha mente sobre la dualidad entre el bien y el mal,
De esta forma, somos nosotros los espectadores de la evolución del protagonista en ese despertar oscuro que ha de ir superando, tema a tema, hasta lograr vencer en la lucha consigo mismo que supone la depresión en la que se encuentra inmerso.
Pero, para mayor entendimiento del trabajo de los Delalma, pasemos a analizar el disco, como nos gusta hacer por aquí, canción a canción:

El trabajo de Delalma inicia con unos teclados graves que dan apertura a los primeros «riffs» de guitarra del sr. Seoane en “Acto de fe”.
Composición donde se cuelan los lamentos atormentados de nuestro protagonista, en el primer cuarto.
De forma magistral, la banda nos sitúa en esta “Ópera Rock”, haciendo la primera alusión a los mirlos, como figura metafórica de la situación psicológica de Lázaro.
No en vano, y si bien pese a que Seoane hace un retrato bárbaro de la situación introspectiva de nuestro personaje, en lo formal se mete en territorios ya conocidos de bandas anteriores que militó, mas no sólo el guitarrista, sino también Ramón Lage, aunque transformando los compases de los temas que se recogen en este primer lanzamiento en bofetadas casi lisérgicas, como iremos comprobando.
Con “Renegar de ti”, la banda nos brinda un tema con mucha fortaleza y con gran presencia de Ramil a los teclados, que le dan profundidad a la composición.
Llamativo resulta el juego que realizan con el estribillo, que se contrapone al resto de la letra, en lo que respecta a su contenido.
A fin de cuentas, el personaje reniega de sí mismo y de ahí lo contradictorio de la propuesta, letrísticamente hablando.
Estoy convencido de que tendrá mucha pegada en directo.
“Sólo un Dios podría volver atrás,
mitigar el daño que tú me das
Venerarte es condenar la fe, la vida
Renegar de ti es volver a ver, la vida”
El segundo single, con apoyo audiovisual en forma en videoclip, “Mañana vuelve a oscurecer” te golpea con intensidad en la primera estrofa del tema, siendo un retrato directo y emocionante de todo lo que la banda puede ofrecer.
Las determinantes guitarras de Seoane y la batería Lande marcan la melodía instrumental, la cual acompasa con la línea vocal de un desenfrenado Lage, que brota en canal en sus recursos vocales, dando complejidad y oscuridad a unos de los mejores temas del disco, por lo completo y compacto de su andamiaje compositivo.
“Nunca cuentes la verdad ni al más amado,
Nunca muestres tu temor al más temido”
“Ritual” es una melancólica composición donde seguimos avanzado en los tormentos de Lázaro, a quien vamos descubriendo poco a poco.
No es un personaje positivo, más bien todo lo contrario y, sin embargo, Seoane consigue que logremos empatizar con su viaje psicológico, hándicap básico que corrobora de la genialidad del guitarrista como compositor.
Los acordes de guitarra con los que se da apertura a “Y aún siento estar allí” son una auténtica joya.
Este “parón de revoluciones” que se realiza con esta propuesta en este punto es de las cosas mejor pensadas del disco, pues la banda nos da lo que necesitamos en cada momento de la escucha.
La composición funciona perfectamente en sus dos niveles, el letrístico y el musical, por lo que es tan hermosa como emocionante.
Ojito al solo de guitarra del guitarrista en el último tercio del tema: canela en rama.
“Siempre lo vi, que en esta vida ciega, hasta un sordo sabe oir,
Siempre escuché y, aún estando sordo, todo ciego sabe ver.”
La bonita instrumental “Pido a Dios”, define a Lázaro perdido en una suerte de tres actos bien definidos, donde solicita auxilio desde su encierro en el sanatorio de Cesuras, (su sombra aparece en una de las ventanas de la portada del disco), dando fuerza al entorno de romanticismo (pesimista) en el que nos ha adentrado el disco, poco a poco, y que, a su vez, hace las veces de prefacio al siguiente tema:
“La última noche”, que suena “muy mucho” a etapas anteriores de Lage en los discos más progresivos de Avalanch, como fuera “El hijo pródigo”, y tiene una preciosa melodía vocal, bonita en sus acordes, pero desgarradora en lo que nuestro Lázaro siente y cuenta.
Y es curioso, porque la composición, a priori, suena cálida y embriagadora y, sin embargo, como le ocurriera al protagonista, nos arranca de ese optimismo que intenta salir a flote, cual hálito de esperanza, a la situación depresiva de éste, trasladándonos la dureza de la ruptura y como le destrozó por dentro.
Evidentemente, toda esta complejidad que atesora “La última noche” no se fragua al azar, más bien dice mucho de la labor compositiva de la banda que, a modo de las diferentes capas de una cebolla, como se diría en Shrek, quienes son capaces de realizar temas tan completos que te llegan, cual saeta al alma, cuando las escuchas, entendiendo la profundidad de ésta y del resto de las canciones que componen este primer disco de Delalma.
Y, sin dejar pasar el argumento esgrimido anteriormente, la siguiente pista del álbum es otro fiel reflejo de lo indicado.
La pesada y oscura “Luz ni tiempo” que me recuerda a aquel maravilloso “Malefic Time Apocalipse”, y da cobertura a más registros vocales del sr. Lage quien, como voz lúgubre y aterradora dentro de la mente de Lázaro, le invita a hundirse en su profunda depresión.
“y es que ausento, de mi anhelo al ser
Que sin ser no deja ver”
El bajo de Jesús Cámara y la batería de David juegan un tandem poderosísimo en todo el transcurso del “track”, que se corona con un increíble riff de guitarra de Seoane quien, en este punto del disco, está completamente desatado.
La voz del niño que hace la narración no es otro que el hijo de Ramil.
Su texto juega en contraposición a la voz malvada de Lage, entregándonos la lucha entre las dos vertientes de Lázaro, la de la esperanza y la que le promueve a dejarse caer, evolucionando la trama del protagonista, quien busca salir de su enfermedad, agarrándose al asidero de la vida.
Todo un gustazo de tema.
Hasta tal punto es así que juro que, hasta momentos antes de empezar a escribir la crítica de este tema concreto, no me había percatado de su extensa duración. Y es que “Luz ni tiempo” tiene tantos mimbres compositivos y tanta versatilidad como canción, que se te hace infinitamente más corta de lo que en realizada es.
Dicha cuestión no puede ser más que un tremendo acierto por parte de Delalma.
“¿Y ahora qué?” Es un deliberadísimo ejercicio artesanal de sensaciones a flor de piel en los teclados por parte de Ramil, dando forma a la particular evolución de Lázaro, nuestro personaje protagonista, que experimenta un acercamiento cada vez más claro a su desarrollo y huida de la depresión en la que se encontraba.
En este medio tiempo se denota de nuevo la labor del bajo y su buena presencia en las composiciones de Delalma, que ha trabajado el sonido de la banda con idea de no desmerecer a ningún instrumento.
Llámese la atención de nuestros queridos lectores que, en palabras del propio Seoane, la falta de complejos o ataduras de la que se enorgullece Delalma tiene su representación en este tema, pues en «¿Y ahora qué?» sólo se desarrolla el estribillo una única vez. Destacable, cuanto menos.
Además, que duda cabe que el trabajo de producción es un innegable pulgar arriba, como igualmente se puede constatar, por poner un ejemplo, con este «track».

“El mirlo” fue el tercer adelanto del primer lanzamiento de Delalma, cuyo videoclip os dejo justo abajo para que podáis disfrutar.
Vuelve, por vía de la metáfora más imaginativa, la figura del mirlo a la narrativa de Lázaro, quien compara esta ave con él mismo, siendo territoriales y, sin embargo, alimentarse a base de insectos y gusanos.
Pero, estos mismos animales son capaces de marcar su mencionado territorio cantando de forma ininterrumpida.
La pesadez de las guitarras se contrapone con sus estrofas vocales que cimientan una armonización preciosista, dando salida a un eficaz estribillo que se te queda grabado a la primera escucha.
El baterista, que ya tuvo ocasión de dar buena cuenta de su incontestable talento en la banda madrileña Celtian, parece encontrarse más cómodo y liberado en los pasajes más hard rockeros y metaleros de este nuevo proyecto. Buena aprueba de ello es ésta canción.
Las voces de niños vuelven a acontecer en este tema, las cuales auguran la salida de Lázaro del particular pozo en el que se encuentra inmerso desde gran parte del plástico, aludiendo a la nueva metáfora de la apertura de alas del mirlo.
Y la que puede ser la joya de la corona de este disco, “Cárcel de cristal”, que fue lanzada como presentación de este nuevo e ilusionante proyecto, confirmando la vuelta de nuestro querido Ramón Lage a la esfera musical de forma continua, fue una bofetada de ilusión para todos aquellos que hemos seguido, no sólo al vocalista, sino al resto de miembros de la banda, los cuales, descubrimos con este tema, que funcionan como un reloj suizo.
La composición es optimista, dentro de un espectro de pesadumbre inserto en la trastienda del mismo.
Y no es baladí la apreciación, al tratarse de la penúltima pista del primer trabajo de los Delalma, y por ello Lázaro ha evolucionado, entendido y aprendido el bagaje emocional que ha pasado y, aunque no teníamos el contexto cuando salió en forma de primer single, tras todo lo batallado por éste, una vez entendido el contexto global del álbum, es tremendamente emocionante, la canción en general y el estribillo, en particular.
“No quiero vivir para siempre, en una cárcel de cristal
ya no distingo la línea entre la vida y la muerte
y creo que fue suficiente, ya es hora de dejarte atrás
ya no sé si eres tú o un disparo de luz, que me nubla la mente”
La vastísima obra musical del sr. Ramil desde sus inicios como arreglista de temas, así como su incursión en esta última etapa multitarea llevando a cabo varias bandas a la vez, se ve ratificada en ”Carcel de cristal”, pues significa una explosión de su buen hacer.
La guitarra adrenalínica del Seoane se apunta a la fiesta en el último tercio del tema, como adelanto de un maravilloso puente.
Un desmadre compositivo con gusto exquisito.
Qué duda cabe, pues, que “Cárcel de cristal” da en el larguero de la excelencia.
Y, probablemente, la que pudiera ser, en inicio, la más infravalorada de este primer trabajo, “Quédate”, da cierre a las composiciones que atesora el primer lanzamiento de Delalma.
Quizás la canción más rupturista con el resto de propuestas del disco resulta ser de mis preferidas. Me explico:
En su mecanismo interno resulta tan sencilla como efectiva, siendo fiel ejemplo de la variedad de la banda en términos estilísticos, pero que conlleva, aun así, a una identidad musical de la banda del todo innegable.
Los teclados de Ramil y la guitarra acústica de Seoane me parecen una maravilla al inicio del tema.
Tenemos el final del viaje que, como decía anteriormente, y si le has prestado atención, ha sufrido con Lázaro.
La portentosa voz de Lage para este tipo de composiciones atraviesa el corazón cuando vas entendiendo la decisión final de nuestro protagonista, la cual no voy a desvelar, invitándoos a subiros a este mágico viaje desde el inicio al final, pues hay que descifrar su historia.
Creedme, no os arrepentiréis.
“Y volverás a ver la luz, y volverás a ver la luz”
Para finalizar, y a fin de no alargarme en demasía en este crítica (no he podido evitarlo, de nuevo) os apunto que gracias a Delalma, 2023 empieza siendo un excelente año para las producciones nacionales.
¿Será el primer aviso de que el metal en español va a reventarlo este año? Habrá que verlo, pero espero así sea.
Estamos ante un disco minimalista y existencialista exquisito, que te hace mirar “para adentro”, y te obliga a entender lo que la banda, concretamente Manuel Seoane, quiere transmitir, pues desnuda su alma en cada estrofa y estribillo del disco de lo cual no me cabe ni la más mínima duda.
La propuesta es ilusionante. En mi caso ha cubierto todas las expectativas desde que fue anunciado el proyecto.
Puedo decir, por ende, y sin miedo a equivocarme, que estamos ante una de las formaciones que acaparará más atención en los próximos años dentro de nuestro panorama musical patrio.
No perdáis oportunidad de escuchar el disco entero, de principio a fin, e imbuiros del viaje del protagonista, dentro de su tormentosa existencia, pues la experiencia de Delalma, ha de ser integral.
Y recordad: En algún momento de vuestra vida, es muy posible que también hayáis sido Lázaro…