Lo primero de todo al empezar esta crónica es pedir perdón tanto a las bandas como a vosotros, Metal Splinter, por la tardanza en sacar este soplete de la magnífica jornada de metal y rock que nos brindaros los Wild Chain y The Storm, pero como seguro que ya sabéis acabamos de pasar de ser blog a página web y nos ha tenido un poquito más liados de la cuenta. Pero bueno, como dice el refrán, ¡nunca es tarde si la dicha es buena!
No estaba el día para mucha calle, y es que un temporal llevaba ya tres dias barriendo Híspalis con vientos y lluvia, pero ante una cita como la que se anunció en la sala custom no había inclemencia meteorológica que pudiera hacernos faltar. Wild Chain y los Storm se unían para hacernos disfrutar de lo que iba a ser un conciertazo.
Sobre las 21:20 empezaban a sonar las primeras notas de la intro que daría paso al primer tema cantado por la banda, “Dragon Fire”. Aún había poca gente en el local, no creo que superáramos el cuarto de aforo. Mientras el grupo va buscando que su sonido sea perfecto, ajustando sobre la marcha y acertando en esos ajustes. Casi sin descanso pasamos a la siguiente canción en una declaración de intenciones de Fj Kubero, su voz principal, sorprendiendo a los que nunca habían disfrutado del directo de Wild Chain y de la potencia que gasta Kubero en sus cuerdas vocales. Cayeron “Addict” y “Destiny” mientras la sala se iba llenando poco a poco. Parece que el mal tiempo ha retrasado a la gente que ya ocupaba más de un tercio de sala.
Ver la formación al acercarte al escenario es impresionante: 2 guitarras descargando y moviéndose por las tablas, Kubero al micro, el bajo en manos de Johnny Sobrino sentado en una banqueta alta y en la parte de arriba la batería y el teclado, custodiada por un coro de cuatro grandes voces como son Bethany Neumann, Vicky González, Rafael López y David G. Ruiz, que fueron turnándose para en el micro principal. Una montaña de talento de donde se derramaba la música como el agua se derrama de la cascada. Y para encuadrar todo esto, a cada lado del escenario, podían verse proyectadas imágenes del mismo concierto.
Fátima Caballero (compañera en MetalKorner) entró con un violín para seguir la actuación con “Hiemali Tempore” otorgándole a este tema un garbo que lo elevó a la categoría de himno junto a los solazos de guitarra que se marcaron Pepe Mejías y Fali Pipio. La sala seguía llenándose poco a poco pasando ya la mitad del aforo y quizás eso animó a Kubero a interactuar un poco con el público, cosa que estaba empezando a echar de menos.
Turno ahora para que los componentes del coro vayan desfilando hacia el centro del escenario. La primera fue Bethany con “Douce Dame Jolie”, un tema en francés dulce como la voz de la misma Bethany y perfectamente acompañada por la armonía del violín, el piano y la guitarra. Siguieron con “Tourdion” para la potente y rasgada voz de David G. Ruiz, un corte mucho más movido que invitaba a saltar y chocarse. Y entre choque y choque presentaron a Ángel Mártinez, cantante de Vikingore, como una pequeña colaboración, arropado por el coro que bajó junto a él. Escuchar el contraste de la voz gutural con el coro es fantástico, lástima que unos problemas de micro hicieran que la participación de Ángel quedara algo deslucida.
Con “Eden Lost” Kubero volvió a primera línea. Tema muy movido, en el que los coros dan mucha fuerza. Cabe destacar también la teatralidad y presencia que destila el frontman cuando coge el micro, es capaz de llenar el solo el escenario. Tras esto, pasaron Vicky Turner y Rafaél por primera línea con una palabras muy emotivas por parte de Vicky, hablando de la magia de la música, preparándonos para la traca final de la actuación, esta vez todos abajo en un tema muy cañero, muy coral y… ¡muy guapo! Cuernos arriba y agujetas para los cuellos. El bis llegó en con “Olim Lacus Couleram” – entre el vocalista principal y Rafaél. Y la guinda de todo este pastel de metal sinfónico se puso con “Beyond To Metal Land”, un auténtico himno que terminó de nuevo con todos cantando en primera línea.
Wild Chain se había marcado una actuación memorable que recibiría un merecidísimo aplauso por parte de todos los que estábamos allí. Y es que con esta banda tenemos una auténtica joyita que poco tiene que envidiarles a grupos como Therion o D. Theater (puede que a Avantasia si, pero van por buen camino).
Después de refrescar el gaznate y saludar a los tardones que habían llegado más tarde pude comprobar como la media de edad iba subiendo en la sala. No mucho, pero algo sí que subió. Se esperaba a una de las auténticas leyendas de la escena rockera sevillana, mucha clase sobre las tablas, y es que The Storm empezaron a dar guerra en los garitos de rock hace ya 5 décadas… y el público tenía muchas ganas de verlos en acción.
Cuando el minutero del reloj pasó las 23:10 empezó a sonar el primero de los temas que formarían parte del Setlist de los Storm. Con un Hard Rock directo y sin artificios comenzaron con el tema que da nombre a su último disco “Cyber Dream”. Pude darme cuenta de la expectación que había entre la gente porque empezaba el concierto y el hechizo se extendía entre nosotros con cada nota que batería, teclado, guitarra y bajo que sonaba.
“I don’t Know” y “Back to the Road” para meter segunda y comenzar a coger velocidad. Tanto a Ángel Ruiz con la guitarra como a José Ramón Torres con su bajo se les notaba muy a gusto sobre las tablas, y ya desde estos primeros temas fueron capaces de sacarle al público los primeros “coros”. José Ramón tomó el testigo de la voz con “My Revolution” para dar paso a uno de los clásicos de la banda “I´ve Gotta Tell You Mama” donde me sorprendió mucho ver, o más bien adivinar, cantar a Diego Ruiz mientras tocaba con maestría la batería. Muy pocas veces he podido ver un baterista haciendo algo más que coros en un tema. Mención aparte para los solos de guitarra que su hermano Ángel iba regalando prácticamente en cada canción que tocaban. Es una delicia ver como acaricia las cuerdas y los sonidos que es capaz de sacar de ellas. En “Have A Guess” cambió de guitarra, pero siguió deleitando al personal con los solos mientras José Ramón le ponía voz a la canción.
Y si Wild Chain tuvieron colaborador The Storm no iban a ser menos y en “El día de la tormenta” subieron a Mario, un simpático chaval de unos 7 u 8 años calculo. Al principio muy cortado, y aunque se veía que se sabía la canción el sonido no le salía de la garganta. Su padre, uno de los Wild Chain, le ayudó a coger la confianza y que por fin se soltara. Por supuesto, su nombre fue coreado cuando se bajó del escenario.
Es curioso como hay algunos grupos que no le dan importancia a la presentación de cada tema, con una pequeña interaccionan con el público, y otros sí lo hacen. Son capaces de meterte aún más si cabe en el concierto. Y The Storm derrocharon arte entre corte y corte de su actuación. Fue entre “Caja de metal” y “Un señor llamado Fernández de Córdoba” donde me percaté también que quieren que nos lo pasemos bien cuando no suenan los instrumentos. Y eso es algo de agradecer en cualquier banda, especialmente cuando son capaces de hacerlo sin enrollarse, y es que hasta para esto son maestros.
Seguían cayendo temas como “Far Away”, “Swedish Woman” o “Woman Mine” mientras éramos trasportados a otra época, de hace ya algunos lustros. José Ramón y Ángel seguían intercambiándose la “voz cantante”. Se cantó un cumpleaños feliz y se contó un chiste muy malo, y es que ya se estaba preparando la traca final mientras se veían algunos huecos entre el público, que los abnegados de la banda aprovechaban para ganar posiciones.
La movida “Amigo Joe” daba el pistoletazo de salida al principio del fin, seguida de “Crazy Machine” con un solo de órgano curradísimo por parte de Manuel Muriel y un Ángel desatado que fue buscando a cada uno de sus compañeros para batirse en duelo singular con su instrumento, primero órgano, luego bajo, después batería para terminar tocado con una botella de cerveza y con los dientes. Y si eso le había gustado al público, su hermano Diego se marcó un solo de percusión por todo lo que encontró a su paso: batería, órgano, altavoces, escenario y hasta la valla del foso para volver a subirse y terminar de nuevo en su batería.
Ultimo tirón con “It´s All Right” para la que subieron a casi todos los miembros de Wild Chain agradeciendo a todos los allí presentes el presenciar tan magnífico concierto. El broche de oro se lo pusieron con “Big Fat Mama”, un clásico de la banda para terminar sus conciertos junto una ovación de todos los que quedaban allí.
Una gozada ver como para este grupo no pasan los años y como fue capaz de llevarnos de nuevo a su época.
Autor soplete en vivo: Ale Puch
Fotografías: José Luís Alarcón
Detallada crónica. Quilates de Rock Metal.