La décima edición del PMF fue abrasadora, como su periplo desde 2015.
Soplete en vivo: Palacio Metal Fest (Parque Las Marismas, Los Palacios 31/05/2025)
Poder asistir a la décima entrega del PMF es todo un privilegio y una tremenda alegría. Echar la vista atrás, hasta 2015, con aquel primer bolo con Exodia, Diabolus In Extremis, Kathew, Evil Impulse, AGO y ver cómo ha ido creciendo y consolidándose este festival dedicado en cuerpo y alma a los sonidos más duros (Thrash y Death, especialmente), es para estar satisfechos/as en Sevilla y Andalucía. Y de ahí, para arriba, porque de distintas localizaciones de España sabemos que llega gente cada año (un saludo, Luisma de Bilbao).




Un público variopinto aunque enfocado a lo extremo, obviamente, y muy fiel. No somos en EdeM mucho de los géneros que sustentan el Palacio (hay excepciones), pero lo que siempre tuvimos claro, desde aquel 2015 en que estuvimos en la Sala Cisman, es que un evento así había y hay que apoyarlo. Y al final se disfruta, se descubren bandas, se hacen amistades…
Siempre, en cada cartel, hay alguna banda más cercana a los patrones clásicos del Heavy Metal. Recordamos a Serious Black, Muro, Hitten, Lizzies, Picture, etc., y eso entendemos que es un acierto por abrir algo el target y atraer a otro tipo de público.
En la edición que conmemoraba los diez años del PMF pudimos disfrutar de una banda de Death Metal melódico como Ancient Settlers y, como algo marca de la casa, del clásico grupo que te mete la organización que tira más por sonoridades punkarras y cafres (me acuerdo siempre de aquellos irreverentes Anal Hard, Gordos en el AmoKafre 2017 -el otro evento paralelo de Los Palacios que ya no hacen-, Rat-Zinger…) ¿Quién sería este curso esa formación? Pues Sanngre.
Estos dos combos son los que a mí personalmente más me llenaron, sin dejar a un lado el aporte más moderno de quienes abrieron el festi, Lost In Existence.
Para hablaros del resto del cartel y también de las mencionadas bandas, os dejo con las impresiones del compañero Antonio Pulido y la colaboración de un buen amigo y asiduo del PMF, Pablo Metalianenko (socio de la Asociación Sexitanian MetalRock).

Lost In Existence.
Esta jovencísima banda local, encargada de abrir el festival, fue además la única representante del Metalcore en el cartel. Tuvieron la difícil tarea de empezar a calentar al público, cosa que consiguieron gracias a un sonido que alternaba pasajes más melódicos con riffs graves y muy pesados. Ese sonido ha sido el que los ha llevado, según comentaba su vocalista durante el concierto, a competir con otras bandas nacionales para ganarse un puesto en el cartel del Resurrection Fest de 2025.
Personalmente, tuve ocasión de hablar con varios de sus miembros y me sorprendió que, a pesar de su edad, tienen la cabeza bastante bien amueblada y las ideas muy claras con respecto a su futuro como grupo. Entre risas comentaban que el batería, de 17 años, tenía que ser acompañado por su padre a la mayoría de conciertos del grupo, debido a su minoría de edad.

Ancient Settlers.
Este grupo empezó con todo en contra: un calor al que no estaban acostumbrados en su Cataluña natal, una hora muy temprana en la que el público aún está comenzando a arrancar, el hecho de que era su primera vez tocando en esta tierra… y aún con todo, se dejaron el alma en el escenario. No hubo un segundo de descanso. Quizás la apuesta más melódica del cartel, con muchas reminiscencias a los grupos clásicos de melodic death metal de principios del 2000.
El último tramo del concierto fue una absoluta catarsis, con todos los miembros del grupo bajando a tocar entre el público (y si el batería hubiese podido, habría bajado también) y animándolos al mosh pit entorno a sus integrantes. Soberbios.

Peace After Pain.
Cualquier grupo de crossover que se precie tiene que tener 3 cosas: actitud de skater callejero, colores chillones y mucha mala leche. A este combo, Peace After Pain, le añaden como extra una formación muy técnica y muy precisa en su sonido y un virtuosismo poco habitual en el género. No hubo un solo momento de descanso en el tiempo que duró su actuación. Son un grupo muy a tener en cuenta en futuros festivales, sobre todo para aquellos que quieran una propuesta musical que va directa al grano.

Sanngre.
Sin prácticamente tiempo para habernos recuperado del bolo anterior, Sanngre subieron la apuesta en lo que a agresividad y velocidad se refiere. A medio camino entre el Thrash más callejero y el Hardcore Punk, con dos guitarras y dos vocalistas para darle un extra de empaque al sonido y las identidades ocultas tras máscaras, sólo se me ocurre definir su actuación diciendo que, lisa y llanamente, “reventaron el escenario”. Mención especial al gesto que tuvieron de recordar el genocidio en Palestina ondeando su bandera: el metal como comunidad hace bien en hacer suyas este tipo de causas.

Exumer.
Exumer es de esas bandas ochenteras de thrash alemán que nacieron en el mismo boom que otros titanes del género como Sodom y Kreator. Quizás si su trayectoria hubiera sido más fluida estaríamos hablando ahora de un grupo que encabezase carteles de festivales importantes. Sin embargo, a pesar del paso de los años, la inactividad y los cambios de formación, es de esos grupos cuyo sonido old school no suena desfasado, que se mantiene en forma y que defiende sus actuaciones con un nivel de profesionalidad propio de aquellos que gozan de tanta experiencia. Pueden presumir de que canciones como «Possessed By Fire» han sido tremendamente influyentes en una generación entera de artistas, y de que los años no han apagado ni su calidad como músicos, ni sus ganas de tocar en directo.

Defleshed.
Demos cancha y tintero al compañero Antonio «Er Puli de Cadi», quien se anima a escribir sobre la banda escandinava en estos términos:
Tras su reunión en 2021, los suecos venían presentado su nuevo disco Grind Over Matter y no dejaron títere con cabeza. El trío sorprendió a quienes no los conocían con sus blast beats a mil por hora y unos riffs precisos y afilados como cuchillas. Cierto es que el público parecía más reducido que en las anteriores actuaciones, quizá por ser la hora de la cena, quizá por ser la banda más extrema de la velada o por el desconocimiento. Un problema técnico supuso un parón cuando apenas llevaban media hora de concierto, lo que deslució un poco su actuación, pero retomaron con la misma fiereza que habían venido desmostrando hasta ese momento.
Por su parte, P. Metalianenko resume así su actuación:
Una liturgia. Sin aspavientos, sin florituras, estáticos como los pilares de una catedral y tan pesados y firmes como ellos. Una hora y pico de apisonadora musical, de provocar agujetas en las cervicales y de no fallar una maldita nota. Un death metal crudísimo y tremendamente técnico. Todavía sigo mudo de asombro del recital que dieron. Es frustrante ver que bandas de esta calidad no hayan tenido el lugar que merecen en la historia de este subgénero. A pesar de los problemas de sonido que tuvieron, fue una actuación de sobresaliente.

Xentrix.
Nuestro Puli se quedó sólo para ver Xentrix, quienes encabezaban el cartel de esta edición del festival palaciego. Así cuenta.
Xentrix, uno de los pilares del Thrash Metal de las islas británicas a finales de los ochenta, una escena de gran calidad, pero tradicionalmente opacada por sus contemporáneos alemanes y estadounidenses. Tenía muchísimas ganas de verlos, pues es una de esas bandas que, de alguna manera, me marcaron en mis años mozos, y me alegraron el día cuando los anunciaron para esta décima edición del Palacio Metal Fest, más aún sabiendo que no era la primera vez que habían contactado con ellos para traerlos al festival. Como diría mi amigo Germán: «toda la vida con el parche de Xentrix en la espalda: se cierra el círculo».
No defraudaron lo más mínimo, interpretando, como vienen haciendo en esta gira, su primer disco, Shattered Existence, de cabo a rabo, ante el beneplácito de los fans que coreaban sus canciones en las primeras filas, unos, o mantenían vivo un sempiterno circle pit, otros. Trallazos como «No Compromise», «Balance of Power» o «Dark Enemy» se fueron sucediendo hasta llegar «Heaven Cent», que puso el broche de oro a esta primera parte del repertorio. Lo que siguió se nos hizo muy corto: «Behind the Walls of Treachery», de su última obra Seven Words, «For Who’s Advantage?», que daba título a su segundo disco, «Everybody Loves You When You’re Dead» y la magnífica «Questions», con la que pusieron punto y final a su paso por el Palacio Metal Fest. Al menos en dos ocasiones durante el repertorio recibieron los cánticos de «oé, oé, oeoeeeeé» por parte del entregado público.
Al frente de la banda, el guitarrista Jay Walsh resulta un sustituto más que solvente para el original Chris Astley, además de que tiene un timbre de voz similar. El bajista Chris Shires, que lleva ya más de 10 años en el grupo, dejó relucir su calidad durante todo el concierto, pero especialmente en ciertos pasajes en los que las guitarras callaban para dejar a la base rítmica llevar el peso de la interpretación. Y los dos miembros originales, el batería Dennis Gasser y el guitarrista Kristian Havard, que luce ya el color blanco en su melena, demostraron que la experiencia es un grado.
Al terminar, Kristian y Dennis estuvieron un rato repartiendo púas y baquetas a los fans que aún quedaban pegados a la valla.
El único «pero» que se le puede poner a la actuación de Xentrix es que apenas duró una hora y cuarto. Comparando el repertorio con lo que vienen tocando en esta gira, les faltaron al menos 3 canciones. Pero supongo que terminaron puntualmente a la una de la madrugada por algún tema de permisos, ordenanzas municipales o similares.

Y esto es todo. Este año comunicamos a la organización que daríamos como siempre el apoyo previo necesario promocionando el evento pero que no iríamos como medio acreditado (queríamos disfrutar como público) y al final, hasta hemos hecho crónica, reforzando esa cobertura.
Muchas gracias al PMF por seguir confiando en EdeM y por continuar ofreciendo un festival de caña burra en la provincia de Sevilla, referente a nivel andaluz y nacional.
Un saludo y nos vemos en el PMF 2026. Como diría alguno, ¿queda mucho ya?
















Textos: Er Puli de Cadi y Pablo Metalianenko.
Fotografías: A. Pulido, A. Gil y P. Alarcón.