Segunda Jornada del Liruprint Fest 2024
Soplete en vivo: Liruprint Fest, Motilla del Palancar (Cuenca), 24 y 25 de Mayo de 2024

Comienza el segundo día de esta primera edición del Liruprint Fest en Motilla del Palancar (Cuenca), con la noticia de que se ha anulado el prometido desayuno con el que la organización, iba a despertar a los que habían decidido optar por el alojamiento en el Glamping.
Una indisposición por un problema de salud en un miembro de la organización, causó esta incidencia, que fue contrarrestada con el anuncio por redes de que todos los que portasen la pulsera dorada, tenían un desayuno de hasta 5€ pagado en el Hotel del Sol.
Llegado este punto, y como queremos que la conclusión final de esta crónica en dos partes sea positiva, parece que es el momento de indicar algunos aspectos mejorables que hemos detectado, ya sean producidos por fallo humano o por una fatalidad,
Es evidente que se prometía un catering de bienvenida ambos días al abrirse las puertas del festival. Este punto no se cumplió ninguno de los dos días. Hablando con la organización, nos indicaron que la empresa encargada del catering los había dejado «colgados» sin darles margen de buscar otra solución.
Quizá esa sea la razón del retraso de casi una hora en la apertura de puertas el primer día. Ojo, una hora al sol a las 17:00 horas y con altas temperaturas, no es algo para tomarse a broma. De hecho, para cuando pudimos acceder al recinto, el concierto de Khëlleden ya había comenzado, y no fuimos los últimos en entrar.
Tampoco aparecieron la animación de Apatazanca y los sorteos en el tiempo entre los dos conciertos principales de cada día. No sabemos la razón, ya que no se explicó. Y eso es un tema a mejorar: la comunicación.
Hoy en día se dispone de muchos medios para informar a los asistentes de lo que va pasando, y cosas van a pasar siempre, pero quizá los canales escogidos para la comunicación, no fueron los mejores en cada caso.
Al menos, en los casos en los que se trataba de modificaciones sobre lo que se había especificado durante la compra del abono o el Glamping, quizá debió recurrirse a los datos de contacto de las personas afectadas, para que la comunicación fuese más efectiva, ya que fiarlo todo a las redes sociales resultó no ser suficiente.
Con respecto al desayuno del Glamping, si bien es cierto que el sábado se pudo subsanar con la invitación en el Hotel del Sol, ni el establecimiento ni la organización habían previsto que dar de desayunar a 200 hambrientos heavys, no es sencillo. De hecho, esta opción se anuló para el domingo, dejando a la gente sin desayuno.
También hemos escuchado quejas porque el tamaño de las tiendas del Glamping no eran los publicitados, teniendo casi que hacinarse unos contra otros en tiendas que tendrían que haber sido espaciosas, de cumplirse con lo anunciado y contratado en la web del festival.
Otras cuestiones fueron:
– La inexistente iluminación en los aseos que daban servicio al camping (no costaría nada ponerle unas bombillitas LED aunque fuera para próximas ediciones),
– El corto espacio de tiempo disponible entre las actuaciones del escenario exterior (que finalmente fue de libre acceso ante la imposibilidad de cerrar el parque) y el escenario principal,
– Que no hubiera una mesa con merchan del evento… Hadadanza acabó sus camisetas en algunas tallas el primer día, y el segundo ya tenían nuevas camisetas, impresas en el mismo pueblo. ¿No pudo la organización disponer de camisetas aunque fuera para los que no la habíamos adquirido previamente vía web?
No obstante, todos estos detalles, siendo importantes, no pueden empañar un festival que, con mucha valentía y altas dosis de locura, ha irrumpido con fuerza en el panorama patrio de eventos y cuyo balance, como indicaremos al final de esta crónica, es netamente positivo.
Ekyrian

La madrileña banda Ekyrian y su temática pirata, se encargaba de arrancar la segunda jornada de este Liruprint Fest. Debemos reconocer que no los conocíamos antes de este encuentro, pese a que desde 2016 han publicado hasta tres trabajos diferentes, siendo el último de ellos Cuentos junto a la hoguera, estrenado en 2023, del que sonaron la mayoría de los temas durante el concierto.
Jorge Martín, su vocalista, nos sorprendió gratamente y no sólo por su capacidad vocal y su afinación, pese a la evidente emoción que los envolvía a todos. El cantante muestra una personalidad fuerte y que engancha rápido con los asistentes, lo que unido a lo pegadizo de los acordes folk-rock que trabajan con mucha profesionalidad, hacen que se produzca una comunión inmediata entre la banda y el público.
La temática de las canciones, hablando de naturaleza, viajes por mar, paisajes soñados y, por supuesto, piratería, y los ritmos bien trabajados, hacen que casi sin darnos cuenta, estemos todos saltando y coreando sus canciones al unísono.
En este concierto, se dio la circunstancia de que Clara Palomares (gaita, whistle y voces), se despedía de esta banda que estaba compatibilizando con su presencia en Celtibeerian. Desconocemos las razones que han llevado a esta triste circunstancia y, seguro, a Ekyrian no le va a resultar sencillo suplirla.
Las muestras de cariño entre todos los componentes, sobre todo dirigidas a ella, dieron una nueva dimensión a la emotividad de la que estuvo impregnada toda la actuación.
No queremos acabar esta breve crónica sin destacar la actuación de Roberto Pérez al bajo. Aparte de ejecutar a la perfección su parte, se echa a los hombros gran parte de la interacción con el público, animando y motivando de forma incansable durante toda la actuación, sin descomponerse en ningún momento y destacando en el conjunto.
Leyendas de Oz

En esta segunda jornada, le tocaba inaugurar el escenario exterior a Leyendas del Oz. No os lo vais a creer, pero sorprendentemente, hacen versiones de canciones de Mägo de Oz. ¡Sorpresa!
Dos guitarras, bajo, violín, flauta, batería y voz, sonando muy bien, perfectamente conjuntados y, además, cantando los himnos míticos de la banda gallega. Un manantial de buen rollo y energía, que puso a botar al público desde los primeros acordes. Tanto por actitud, como por calidad musical, Leyendas de Oz es una banda muy disfrutable y que sabe enganchar al público con profesionalidad y personalidad.
Además, contaron con la colaboración especial de Jose, guitarra de Hadadanza, con quien se ve que les une una buena amistad, ya que el feeling que se les veía sobre el escenario nos hizo disfrutar aún más del concierto.
Por supuesto, por más que nos quisieran hacer creer que se había acabado la actuación, no podían irse sin que sonase «Fiesta Pagana», que fue un fin de fiesta espectacular, con todo el público que se había ido acumulando frente al escenario, abandonando las sombras de los árboles cercanos, para disfrutar a tope del himno inmortal de Mägo de Oz.
Celtibeerian

Con un andar saltarín y una sonrisa en la boca, llegamos rápidamente al polideportivo, porque comenzaban su actuación, casi sin solución de continuidad, nada menos que Celtibeerian. Entendemos que a veces es complicado organizar horarios, llegadas, salidas y necesidades de todas las bandas, pero esta banda es de las que esperas encontrarte a final de la jornada, en plena noche. En prime-time, que dicen los de la tele.
Ya desde los primeros acordes, me viene una idea a la cabeza. Celtibeerian es un grupo al que habría que llevar a ese amigo pejiguera que te mira con carita rara y no entiende que vayas a ver grupos españoles. Ese que solo va a ver conciertos de grupos consagrados y extranjeros y duda de la calidad de las bandas nacionales. No sólo ellos, claro, pero Celtibeerian es ejemplo evidente del inmenso talento de los músicos nacionales.
La potencia de su directo es arrolladora. Te impacta como un estallido que no esperas, y te cuesta casi dos canciones empezar a entender lo que está ocurriendo frente a ti.
Todos y cada uno de sus miembros ejecuta a la perfección su papel, pero no de forma mecánica y aprendida, sino poniendo su alma en cada nota, haciéndote vibrar de dentro para fuera y consiguiendo que, al salir, esa energía se entrelace con la de las personas que tienes al lado y crezca de intensidad.
Resulta muy complicado destacar a uno sobre todos, porque todos son uno. Lo que tiene Celtibeerian los pone a la altura de bandas como Angelus Apatrida, perfectamente preparados para aparecer en cualquier cartel de prestigio en cualquier rincón del planeta.
Quizá Dagda, por su teatralidad y la variedad de instrumentos que aporta durante la actuación, sea muy llamativo, pero también hay que reconocer la maestría de Sergio a la guitarra, de Clara a la voz (además de a su whistle y la zanfona, instrumento que me causa una admiración tremenda), la personalidad y fuerza de la voz de Gus, y lo bien que lleva el ritmo y hace crecer al conjunto el bueno de Ru a la batería.
Pues eso. Que son todos. Y cuando tocan como tocaron en Motilla del Palancar, todos somos uno con ellos, y salimos del polideportivo temblándonos las piernas y deseosos de verlos de nuevo en directo. Cuanto antes. Por favor.
Wyrdamur

Antes de nada, tenemos que enviar un fuerte abrazo a la familia Barranco y allegados. Lo que hicieron los Wyrdamur en Motilla del Palancar, tiene muchísimo más valor dadas las circunstancias.
Una suerte y un honor conocer a Enrique, padre de Kike Barranco, entre el público en el concierto de Saurom el día anterior. Porque Enrique es una de esas personas que llega sin saber cómo a tu vida, pero que sabes que no va a salir ya. Va por tu Mercedes, Enrique. Un fuerte abrazo.
Pero haciendo honor a lo propuesto por Wyrdamur sobre el escenario, show must go on! Y lo hace en el parque, ante un buen número de personas que se arremolinan ya frente al escenario y llenan también los bancos cercanos entre las sombras de los árboles, porque el calor aprieta bien a estas horas de la tarde.
Conocimos a Wyrdamur, otro más, en Leyendas del Rock, haciendo la marcha bajo los sones de «Se acerca el invierno» a los buenos amigos de Saurom, que se cruzaron todo el campo de fútbol hasta el escenario en procesión sonora y emotiva. Desde entonces, los hemos visto siempre subiéndose al escenario con ellos cuando han tenido ocasión, con muy buen rollo, una energía magnética y ritmos festivos y emocionantes.
Pero a lo que nos enfrentábamos en esta ocasión, no era una colaboración o un pasacalles, era algo completamente diferente: un espectáculo en solitario, llenando por sí mismos el escenario y teniendo que mantener enganchado al público. Y creo que ni ellos sabían muy bien cómo iba a funcionar la cosa.
Lo cierto es que todos y cada uno de estos bárbaros locos por el folk, son unos genios en lo suyo. Tocan disfrutan, ríen, se divierten, y te hacen sentirte de fiesta continua. Quizá les falte una voz cantante, que aumente sus registros, pero el papel de front woman lo toma con fuerza Kelly Suniaga, que hasta se atreve a corear inicialmente provocando al público y, finalmente, hasta a cantar alguno de los temas.
Y todo esto da para que el público, ávido de fiesta, se sume a favor de obra y salte, se agache, coree y baile sin parar al ritmo que propone Wyrdamur que, si bien no tendrán las experiencia de otras bandas, tiene personalidad y alegría a raudales que compensan cualquier pequeño fallo que les quede por pulir, para hacer de su espectáculo un conjunto más armonioso y compacto.
Pero no más divertido. Porque no nos podríamos haber divertido más con ellos.
Salduie

¿Cómo es eso de que no se puede estar a todo? Pues en esta ocasión, entretenernos con los Wyrdamur tras su concierto en el escenario exterior, hizo que nos perdiésemos la primera parte del concierto de Salduie, y bien que lo sentimos.
Salduie es una banda a la que tampoco habíamos visto en directo nunca, aunque por tipo de música y por la temática de sus canciones (apasionado de la historia que soy), el rollo íbero de historias y leyendas pre-románicas y de los pueblos íberos, estaba muy ilusionado en poder ver. Y lo cierto es que, en directo, no defraudan en absoluto.
Se nota en la variedad instrumental introduciendo dulzainas, mandolinas y hasta un bazuki irlandés, que no es el típico folk metal al uso. La propuesta atrevida, innovadora y completamente original de Salduie les hace destacar en un mar de bandas que comparten temáticas e incluso instrumentaciones, dando algo novedoso que, además, suena genial sobre el escenario.
Un gran acierto del festival contar con esta banda a la que tendré la suerte de poder ver (esta vez espero que el concierto completo) en el Z! Live Rock de Zamora, en apenas un par de semanas, como sabrías si leyeses nuestro calendario EdeM, claro está.
Moonshine Wagon

Una vez más, es el grupo que cierra el escenario abierto de este Liruprint Fest en que sufre nuestra ausencia por el orden natural de las cosas. Comer, beber, ir al baño… ya sabéis.
Pero no os preocupéis. Ahí está nuestra querida Laurilla Metalsexx una vez más, para traernos su particular visión (y fotos) de este concierto. ¡A por ello!
Otro de los grupos de este pequeño escenario situado en los alrededores de Motilla, fueron los Moonshine Wagon. Esta banda heavy-bluegrass del País Vasco, comenzaron con mucha fuerza en este escenario, arrancando con «It´s so slow» y «First world problems», que nos engancharon desde el minuto uno.
Y es que esta banda tan peculiar formada por tres más uno (Dagda, de Celtibeerian como multi-instrumentalista), lo dan todo en el escenario con su música contagiosa que te incita a bailar sin parar y esa energía que desprenden. Únicos en lo suyo sin lugar a dudas.
Continuaron con temazos como «You, Yourself and you», «Days go by» y con las covers donde el público se vino a topísimo «the Ace os Spades» y «I Want ir thay way».
La fiesta de los Moonshine termino con «Empty Bottle». La gente pedía más, y algo más cantaron, pero los estragos de la fiesta no me dejan recordar.
Resumiendo, fue un concierto brutal, donde yo especialmente tenía muchas ganas de verlos, ya que los conocí a través de las redes sociales en época de cuarentena y sabía que sería un pedazo de concierto y así lo demostraron.
Kinnia

Qué cosa más maravillosa es un concierto de Kinnia. Un escenario lleno de enredaderas, una variedad de instrumentos tremenda, puesta al servicio de unas melodías que te envuelven y casi te mecen con el caer de las notas… Y luego, la voz. Pablo Merchante canta maravillosamente bien, y las canciones de Kinnia parecen hechas para maximizar sus virtudes.
No había tenido la suerte de verlos en directo, así que todo lo que sabía de la banda es lo bien que suenan en disco. Así que para mí fue un descubrimiento el espectáculo que supone ver a José Luis Frías viviendo la música, cambiando de instrumento constantemente, de la gaita a las flautas, pasando por el wishtle si hace falta, y transmitiendo en su interpretación toda su pasión por la música.
Pero es que Jezabel Martínez y su violín no se quedan atrás. A los disfrutones, como el que suscribe, sentir que alguien está disfrutando así al tocar un tema tras otro, nos hace apreciar aún más y hasta emocionarnos con su música.
Para mí que a Kinnia le daría igual estar tocando para dos personas que estar tocando para 10.000. Entiéndase que, evidentemente, preferirían lo segundo, pero dan la sensación de estar disfrutándolo tanto, que sólo por el placer de tocar y sentir, darían igual el concierto, con la misma pasión y con un resultado similar.
Y aún embriagados por las melodías y el buen rollo de esta magnífica banda, nos preparamos para poner el broche de oro a esta experiencia en Motilla del Palancar. Salimos a respirar un poco de aire fresco, y ¡se viene Lèpoka!
Lépoka

Llegamos al final de esta primera edición del Liruprint Fest, y la despedida y cierre no podría ser mejor. Subía a las tablas Lèpoka, en medio de su gira de presentación de su nuevo disco Dios está borracho (creo recordar que la gira la han llamado «Como Dios», así que saquen sus propias conclusiones ;-)).
Se daba la circunstancia, además, de que apenas una semana antes habíamos estado viéndolos a ellos, teloneados por los amigos de Kaelis, en la Sala X de Sevilla, por lo que ya sabíamos exactamente lo que se nos venía encima. Sirva por lo tanto esta pequeña reseña como reseña doble puesto que, efectivamente, el concierto fue prácticamente clavado.
Desde que comienza el espectáculo y arrancan las primeras notas, Lèpoka va a tope, sin freno y directa a lo más alto, comenzando con el single que da título a su disco, en vez de reservarlo para un momento álgido del concierto. Y es que, desde ahí, no baja la intensidad hasta el final, donde volverán a sonar los acordes de «Dios está borracho» para cantar una última vez el ya tan conocido estribillo.
Conocí a Lèpoka, al igual que comenté con Hadadanza, en el Camping Stage de Leyendas del Rock (por favor, que lo recuperen en esta edición, como han recuperado los conciertos en la plaza de Villena). Entonces iban de goliardos, monjes con hábito marrón, temas gamberros y divertidos, algo muy llamativo y que hizo que rápidamente nos quedásemos con ellos y con su música.
Ahora, un buen puñado de años después, y tras haberlos visto en múltiples ocasiones tanto en solitario como en diversos festivales, las diferencias son evidentes. Han dejado los hábitos atrás, han madurado todos y cada uno de ellos, y en sus letras se nota que no han dejado atrás el cachondeo y la fiesta como en «La nit és nostra», pero lo alternan con letras más comprometidas como en «A las calles».
La voz de Dani ha tenido una evolución bestial. Tiene muchísimas tablas y eso repercute en un perfeccionamiento de su habilidad vocal. A mí me gusta más cuanto más lo escucho, por más que no vaya a competir en potencia con otras voces del panorama nacional, ¿qué más da cuando puedes interpretar y transmitir con esa personalidad tan marcada?
De todas formas, no me escondo, mi debilidad en esta banda es Dio. Por su carácter, por su forma de interactuar con el público, con su amabilidad y simpatía cuando te cruzas con él y por su maestría a las cuerdas. Estaría horas escuchándolo sin cansarme, la verdad.
Y los ritmos que han ido convirtiendo en suyos, mucho más cerca del ska que del folk, por más que los instrumentos lo vistan de folk-rock, hacen que todos los temas sean rápidos, contundentes y muy muy bailables, llevando al público a un éxtasis que no da tregua, tema a tema, hasta que te das cuenta de que vas a estar pagando una semana los excesos que estás cometiendo abducido por la música de estos goliardos,
Y con los esperados sones de «Esta noche yo controlo», llegábamos prácticamente al final de la actuación que (y eso es bueno), se nos hizo muy corta, pese a llevar acumulado el cansancio de los dos días completos de festival.
A ver si no tardamos mucho en volver a cruzar nuestros caminos con estos buenos devotos, para que nos vuelvan a explicar por qué «Dios está borracho».
Resumen final del Liruprint Fest


Mi amigo Jordi Bayarri dice dos cosas siempre que acaba un evento: «estoy muy viejo para esta mierda» y «un evento del que sales andando por tu propio pie, ha sido un buen evento».
Suscribo al 100% ambas frases. Pero prometo seguir y repetir hasta que reviente, porque la música me da la vida y volvemos de Motilla del Palancar con los cuerpos destrozados, pero llenos de mucha vida.
En la primera parte de la crónica, que podéis leer AQUÍ, os exponíamos los aspectos más positivos de este nuevo festival de nombre tan curioso. Al principio de esta misma crónica, hemos tenido que ser sinceros y exponer los aspectos mejorables y que, seguro, pueden funcionar mejor en futuras ediciones.
Así que, como conclusión, no nos queda más que dar las gracias. Inmensas gracias:
– Gracias a la organización, por su bendita locura a la hora de imaginar que este festival de Folk Metal era posible… y traerlo del mundo de la fantasía al de la realidad.
– Gracias a todos y cada uno de los que trabajaron hasta el límite de sus fuerzas y su salud (desgraciadamente no es una figura poética, fue literalmente así), para que todo saliese lo mejor posible.
– Gracias a todas y cada una de las personas que hicieron posible que la música lo llenase todo durante dos días completos, desde los integrantes de todas las bandas, hasta los técnicos los pipas y toda la gente implicada (que es mucha) en que todo suene bien y nos pueda llegar el arte de los músicos y cantantes en su mejor expresión.
– Gracias al pueblo, que si bien no pareció haberse enterado de que el festival se iba a celebrar allí, una vez que nos vieron invadir sus calles, terrazas y bares, nos acogieron con todo el cariño y amabilidad que se puede esperar. En especial, al Ayuntamiento, por ceder las instalaciones y dar las licencias oportunas, que no todos lo hacen.
Y hasta aquí la crónica de lo que fue esta primera (y esperemos que no última) edición del Liruprint Fest en Motilla del Palancar (Cuenca). ¡Y que no pare la fiesta, que comienza la temporada de festivales, y Esquirlas de Metal estará ahí para contároslo todo!
Texto, fotos y vídeos: JOS y Laurilla Metalsexx (para Moonshine Wagon).