Noche de blasfemia y oscuridad.
Soplete en vivo: Rotting Christ, Borknagar y Seth en la Sala Custom (Sevilla), 20 de octubre de 2024

Una de las giras más blasfemas del otoño recaló en la capital hispalense de la mano de Madness Live! y pudimos ver una muy buena entrada en la sala Custom, incluso sorprendente para muchos, dadas las características del cartel y que la fecha sevillana era un domingo.
Pero ver a los legendarios Rotting Christ acompañados por los increíbles Borknagar y con el soperte de los más que solventes Seth, no es algo que ocurra muy a menudo por estos lares, de ahí que la respuesta del público fuera tan positiva, con una ocupación de prácticamente tres cuartas partes de la sala.
Antes de comenzar a relatar la velada, vayan por delante las disculpas de quien escribe por haber tardado tanto en montar la crónica. La vida a veces se complica un poco más de lo esperado.
Seth

Los franceses Seth fueron los encargados de dar el pistoletazo de salida a la velada, con una propuesta musical enraizada en el Black Metal de mayor pureza de todas las que tendríamos ocasión de disfrutar esa tarde. Su repertorio se basó íntegramente en sus discos cantados en su lengua materna, que además son los más aclamados por el público, a vista de las críticas que hay en internet. No se puede decir que sean una banda especialmente conocida para el público español. Yo, en particular, no sabía de su existencia hasta que vi que estaban incluidos en este cartel. Quizás los blackers más recalcitrantes se lleven las manos a la cabeza por esto que acabo de escribir. Aún así, y pese a que aún faltaba bastante tiempo para poder ver a los cabezas de cartel, la sala presentaba ya una importante afluencia de público.
Arrancaron con «Insurrection», si no me equivoco, tema perteneciente disco más reciente, La France des Maudits, machacándonos a base de blast-beats, atmósferas tenebrosas y voces desgarradas.
La oscuridad que proyectan las canciones de Seth se vio reforzada por la puesta en escena de la banda, con los músicos maquilados como mandan las tradiciones del Black Metal y el vocalista, Saint Vincent, ataviado, además, con una túnica roja que le daba aspecto de oficiante de una misa blasfema, todo ello con el escenario, la mayor parte del tiempo, inundado de luces rojas, que, a pesar de ser una maldición para los fotógrafos, crean el ambiente más propicio para introducir al público plenamente en el concepto de la banda.
En más de una ocasión, Saint Vincent se dirigió al público en un castellano bastante comprensible, gesto que es de agradecer y que yo, al menos, no esperaba.
«Métal noir» fue la segunda oda a Lucifer que interpretaron los franceses, toda una declaración de intenciones: lúgubre, seductora, dramática, misteriosa e infernal a partes iguales.
El sonido de la banda francesa estaba siendo bastante equilibrado, aunque mejorable, con las guitarras de Heimoth y Drakhian creando una barrera sónica sobre la base rítmica conformada por el bajista Esx Vnr (Hervé, para los amigos) y el batería Alsvid. La formación se completaba con Pierre Le Pape, que permanecía instalado a la derecha del escenario tras los teclados, añadiendo profundidad a las atmósferas de las canciones de Seth.
Prosiguieron sus cánticos con «La Destruction des Reliques», profanando nuestros tímpanos con sus alabanzas al ángel caído, que no cesarían en todo su repertorio.
«La Morsure du Christ», que da título a su disco de 2021 y donde combinan pasajes de velocidad endiablada con partes lentas con piano y tramos más épicos, precedió a un tema con título bastante explícito: «Et que vive le Diable!», si mis notas son correctas.
El vocalista anunció que interpretarían a continuación una canción con más de 25 años de historia, el primer acto de «Hymne au vampire», de su primer disco, que engarzaron con el tercer acto del himno, perteneciente a su última obra y que fue el corte que cerró la actuación de los de Burdeos, que permanecieron frente al público en posición solemne, a modo de despedida, mientras sonaba el arpegio final acompañado del colchón de teclados.
Podéis ver más abajo un vídeo que grabamos de este tercer acto del himno al vampiro.
En resumen, el grupo francés ofreció una misa negra de Black Metal en la que la ambientación tenebrosa y la música dramática e intensa fueron de la mano y de la que el público salió muy satisfecho, a pesar de que no se vieron pogos en la pista.
Borknagar

Para quien escribe estas líneas, Borknagar eran el plato fuerte de la noche, con todos los respetos a Rotting Christ. El estilo que han ido desarrollando a lo largo de los años me parece ciertamente interesante, con la inclusión de elementos folk y progresivos sobre su primigenia base de Black Metal, que cada vez queda más enterrada por los aquellos, conformando así la identidad de la banda.
Comenzar un concierto con un tema como «Nordic Anthem», que parece sacado de la banda sonora de la serie Vikingos, se me antoja toda una osadía, un atrevimiento al que no muchas bandas se arriesgarían. Las frías luces que acompañaron la interpretación de esta primera pieza, con los músicos a contraluz la mayor parte del tiempo, ayudaron, sin duda, a una experiencia más inmersiva en el concepto que nos querían transmitir los noruegos.
Las luces cambiaron a tonos más rojos para «The Fire That Burns», donde fusionan estrofas blackers con partes mucho más melódicas en las que destacan las voces limpias y las armonías de guitarra.
Casi todo el grupo estaba situado en primera línea del escenario (con la excepción del batería Bjørn Dugstad Rønnow), dado que el teclista Lars A. Nedland «Lazare» se venía intercambiando las labores vocales con ICS Vortex (que se encarga también del bajo). Ya para el tercer tema de la noche, «The Rhymes of the Mountain», se sumó a las voces guturales el guitarrista Jostein Thomassen, añadiendo aún más color a la interpretación de la banda.
Nos llevaron hacia el lejano norte con la magnífica «Up North», de su aclamado disco True North, en la que toman protagonismo las voces claras y épicas de ICS Vortex y los teclados de Lazare, con una más que evidente inspiración setentera.
La ambientación en fríos tonos azules volvió para la interpretación de «Voices», en la que Lazare tomó la voz cantante mientras ICS se encargaba de los coros. Al igual que el tema con el que comenzaron su actuación, «Voices» parece sacada de la banda sonora de una serie de vikingos, y me llamó la atención que tocasen ambas en un mismo concierto. Podría pensarse que esto le diera un bajón a la dinámica del espectáculo, pero nada más lejos de la realidad. Es un tema tan bueno y pegadizo que el público lo corea de buen grado.
El punto álgido del repertorio de Borknagar es, para mí, «Colossus», perteneciente a aquel aclamado por unos y odiado por otros Quintessence, que publicaron allá por el 2000. Me gusta mucho esa parte final de la letra:
«Nothing but the process is infinite.
Eternal, endless, indefinite.»
Después de «Colossus» noté algo de bajada de intensidad en el show de la banda liderada por Øystein G. Brun. Seguramente fuera sólo cosa mía, porque veo esa canción como perfecto broche para un concierto de Borknagar. Y ya que hablamos del líder de la banda, es remarcable que no parece buscar protagonismo en ningún momento, si bien no deja de ser una figura imponente sobre las tablas, por su estatura y su imagen seria y esa larga barba trenzada que luce.
Sea como fuere, prosiguieron con «Moon», donde jugaron de nuevo con las voces de ICS Vortex y Lazare, si bien el protagonismo se lo llevó Jostein, que recibía la única luz clara mientras hacía sus solos, en contraposición con el sempiterno azul que inundaba el resto del escenario. Podéis ver un vídeo al final de la crónica.
Continuaron en una onda más agresiva y frenética con una estupenda interpretación de «Summits», también de su último disco, Fall, transportándonos a las frías montañas escandinavas, a la que siguió «Dauden» de su primer y homónimo disco, enraizada en un sonido más cercano al Black Metal noruego tradicional, con ICS Vortex mezclando voz desgarrada con voz limpia.
Para finalizar, eligieron «Winter Thrice», donde las voces volvieron a repartirse, añadiéndose de nuevo Jostein en las partes guturales, poniendo punto final a una muy buena actuación de los noruegos.
En resumen, Borknagar ofrecieron un show en el que apostaron fuertemente por canciones de sus tres últimos discos, con un par de guiños a su material más antiguo, y donde la ambientación lumínica jugó un papel muy importante a la hora de acompañar las canciones.
Rotting Christ

Y llegó el momento de ver a la banda más veterana de la noche, con 35 años de carrera a sus espaldas: Rotting Christ. Las leyendas del Metal extremo griego, liderados por los hermanos Tollis, tomaron las tablas de la sala Custom dispuestos a hacernos levantar los puños y mover el cuello al ritmo de sus ritmos machacones y sus letras de contenido antirreligioso.
Desde los primeros compases pudimos notar una importante mejoría en el sonido, con mucha más pegada de la que habíamos podido percibir en las actuaciones de Borknagar y Seth.
Comenzaron fuerte, con «Aealo» y Themis Tollis aporreando la caja a todo trapo. El público venía ya caldeado y respondió a las mil maravillas desde los primeros momentos. Los músicos de directo que llevan los hermanos para las giras cumplen con creces su función, interpretando con fiereza los temas, manteniendo una imagen perfectamente adecuada a lo que requiere Rotting Christ y moviéndose con soltura por el escenario. El bajista Kostas Heliotis es una máquina de hacer headbanging y el guitarrista Kostis Foukarakis no le va a la zaga.
Sakis Tollis, desde el centro del escenario, resulta ser un líder carismático y no dudó en dirigirse al público en español en múltiples ocasiones.
«Pretty World, Pretty Dies», de su disco más reciente, Pro Xristou, bajó las revoluciones pero no la intensidad. Es una de esas canciones que te obligan a mover la cabeza y alzar el puño, con su sencillo pero efectivo ritmo.
El adictivo riff de «Demonon Vrosis», acompañado por columnas de humo, hizo las delicias del público, entregado totalmente al potente espectáculo que estaban desplegando los griegos, saltando, aplaudiendo y jaleando a la banda. Siguió otra canción con unos riffs muy característicos: «Kata Ton Daimona Eaytoy» (que, traducido, viene a ser el lema del satanismo laveyano «haz lo que quieras»), durante la que se montó un circle pit a petición de Sakis. «Sevilla, de puta madre».
Sakis presentó en castellano (cambiando un poco el género de los sustantivos, eso sí) la épica «Like Father, Like Son», que sirvió para darnos un breve respiro, al estar basada en un tempo más lento, aunque fue igualmente celebrada por los asistentes a la velada.
Recitando unos versos pertenecientes al siguiente tema, el vocalista griego le dio paso y comenzó a sonar el ritmo pesado y contundente de «…Pir Threontai», la tercera canción de Aealo que sonaba esa noche. Y no sería la última.
Los blast beats de las estrofas de la extraña «Elthe Kyrie» sonaron con las voces femeninas pregrabadas gritando cosas en griego. La gente coreaba la parte que da título a la canción (y que se traduce por, «ven señor», más o menos).
El mayor de los Tollis nos hizo saber que, a continuación, ejecutarían temas bastante antiguos. Se fueron a su primer trabajo para traernos «The Sign of Evil Existence», frenética y blacker, como correspondía ala época en que fue grabada, tras la cual atacaron, sin apenas detenerse a darnos un respiro, con «Non Serviam», de su segundo disco. La sala Custom seguía siendo un hervidero de puños en alto.
Se armó un wall of death para dar comienzo a «Societas Satanas», un tema de Thou Art Lord que Rotting Christ han hecho propio. No en vano, el mismísimo Sakis Tollis es el cantante y vocalista de dicha banda, donde se hace llamar Necromayhem. Todo queda en casa. Destacaría el solo de guitarra de Kostis Foukarakis en la parte central del tema, cuando este se pone algo más tranquilo antes de volver a explotar con furia al final. El público coreaba el sencillo estribillo como si le fuera la vida en ello.
Se apagaron las luces frontales, los miembros de la banda eran estáticas sombras negras sobre un fondo de luz azul mientras sonaba una letanía que recordaba al canto gregoriano. Y comenzaron a interpretar «In Yumen-Xibalba».
Por cierto, al final de la crónica tenéis los vídeos de «The Sign of Evil Existence» y «Non Serviam, por un lado, y de «In Yumen-Xibalba», por otro.
La actuación iba llegando a su final, según anunció Sakis. Dos canciones dijo que quedaban. «Grandis Spiriut Diavolos» fue lo siguiente en sonar, con todo el público saltando y cantando es estribillo.
Continuaron machacando nuestros cuerpos con la sensacional «The Raven», que terminó con toda la sala haciendo coros.
Tras esto, desaparecieron brevemente del escenario mientras la gente los animaba a volver. Como único bis, Rotting Christ nos dejaron uno de sus temas más actuales, «Noctis Era», redondeando una actuación muy satisfactoria, si bien algo breve, pues se quedó en una hora y cuarto, que es un tiempo muy escaso para un grupo que viene celebrando sus 35 años de malvada existencia.
Os dejamos ahora con los vídeos que os hemos prometido. ¡Dadle al play y disfrutad, insensatos!
¿Más crónicas de conciertos? En nuestra sección Soplete en vivo.
¡Hasta el próximo metal-sarao, metal splinters!
Texto y fotos: El Puli de Cádiz
Vídeos: El Puli de Cádiz y A. Gil