Memorabilia: palabra latina que quiere decir «las cosas que son dignas de ser recordadas».
Y esto es lo que debería ocurrir, no sólo con el concierto que dieron FM y Grand Slam en la sala Custom, sino con la trayectoria y legado de estas dos señoras bandas que derrochan elegancia, profesionalidad y sobre todo, calidad musical.
FM y Grand Slam en vivo. Clase, actitud y elegancia en una de las citas del año.
Una gran cita tenía lugar en Sevilla en la noche más terrorífica del año, dos grandes bandas de hard rock se juntaban para ofrecer algo histórico en la ciudad.
Aunque contaban con muchos factores en su contra como eran la noche de Halloween, coincidencia con el concierto de Saurom, mala climatología… nada de eso menguó las ganas de pasar una formidable noche ni por parte de los músicos ni de los asistentes.
El retorno de Grand Slam
Como viene siendo habitual, comenzamos con la tradicional previa conciertal, poco ambiente, por no decir que éramos los únicos allí presentes. La apertura de puertas estaba prevista para las 20:00 y para entonces eran poco menos de una docena las personas que se congregaban a las puertas de la sala Custom.
La sala empezó a llenarse a cuentagotas y para cuando el concierto comenzó, ya habría unas cien personas allí congregadas de las 150 que finalmente asistieron al evento.

Y es que no estamos hablando de una banda cualquiera. Grand Slam fue fundada por el mismísimo Phil Lynott tras la separación de Thin Lizzy, y al entrar John Sykes en Whitesnake, llamaron a Laurence Archer a la guitarra y Mark Stanway (ex- Magnum) a los teclados. Grand Slam estuvo activo durante un año y al morir Lynott en 1986, se disolvieron, pero la banda fue revivida en 2016 por estos dos miembros originales.

Desde la primera canción, titulada «19», demostraron energía a raudales sobre el escenario, entregándose, tema tras tema, pese a la poca afluencia de público, el cuál comenzó algo aletargado pero que necesitó de muy poco para venirse arriba.
Los sones Thin Lizzy fueron una constante durante toda la noche y la banda, a pesar de los años, es completamente fiel. El cantante, Mike Dyer, no paró de moverse y señalar a todo aquel que le mostrase un poco de interés.
Por su parte, Laurence Archer tomó el papel de «guitar-hero», clavándonos unos portentosos solos de guitarra y regalándonos poses y actitud; Jem Davis a los teclados (que después haría doblete con FM), no paró de moverse, sonreír e incluso cogió su teclado portátil apuntando al público y dándose paseos por el escenario; Rocky Newton al bajo cumpliendo su cometido, dándole empaque con los coros; y Benjy Reid que puso el espectáculo de batería de la vieja escuela. Aporreó su instrumento con una contundencia bestial y, además, fue un reclamo visual, pues no paró de agitar su larga melena blanca, haciendo que entre todos nos hicieran vivir un espectáculo de hard rock old- school de la escuela británico – irlandesa que perfectamente podría haber sido merecedora de un cabeza de cartel.

Sonaron temas de su cosecha como «Gone Are the Days», «Come Together (In Harlem)», «Hit the Ground» y «There goes my heart»; además de covers de «Military Man» (Gary Moore) y «Dedication» (Thin Lizzy) donde todos disfrutamos de esos sones tan reconocibles ejecutados de una forma excelente.
El broche final a una actuación de lujo lo puso, como no podía ser de otro modo, «Whiskey in the Jar», versión del tema popular irlandés que popularizó Thin Lizzy en el cual acabó toda la audiencia bailando y meneando las cabezas. Grand Slam nos ofrecieron un gran concierto. ¡Geniales!
No verás mas clase en tu vida
Y después de un entrante de lujo, llegó la hora del plato fuerte de la noche, los británicos FM.
En un ejercicio de memorabilia, mi compañero Javier nos cuenta su primera experiencia en vivo con FM:
Supongo que la mayoría de los que están leyendo esto sabrán de sobra de la trayectoria de esta legendaria banda británica, y es que llevan en activo desde el 84. A mí, particularmente, me enamoró su segundo disco, «Tough It Out», allá por el 86. Pero por mi evolución en gustos musicales, el ir descubriendo sonidos más duros y por haber tenido la mala suerte, para ellos, de haber editado magníficos discos en una época dorada en la que salieron verdaderas joyas por doquier, y en unos tiempos en los que tenías que elegir qué escuchar, pues no había la facilidad que hay en la actualidad de obtener música a golpe de click; los dejé un poco de lado.
Fue en el Rockfest 2019 de Barcelona cuando nos volvimos a encontrar. Coincidían con Children of Bodom tocando en uno de los escenarios principales y FM en el escenario de la carpa, difícil elección. Por un momento, dudé en si ir a verlos por primera vez en directo, pero las palabras de una buena amiga aún resuenan en mis oídos: «¡No vas a ver más clase en tu vida, chaval!«. Fue tan convincente que tuve clara mi decisión y, a la postre, ella llevaba toda la razón y lo disfruté a tope y no me arrepentí, pese a que esa fue la última oportunidad que tendría de ver a Children of Bodom, puesto que al poco tiempo falleció Alexi Laio.
Por todo esto, al saber que vendrían al lado de casa, marqué la fecha del 31 de octubre con rotulador rojo.»

Con FM no vayas a esperar la perfección utilizando tecnología, voces pregrabadas, o apoyo de otro tipo. Si en algo destacan es en sinceridad en sus métodos. Cinco tíos en lo alto del escenario que, con un gusto exquisito, cada uno en su instrumento, cohesionados al máximo y con un sonido propio e inconfundible, logran dar un señor concierto de rock´n roll de los que se recuerdan en años
Si indagáis en los comienzos del grupo veréis que tuvieron caminos cruzados con Iron Maiden, aunque evidentemente, su música nada tiene que ver. Pero lo que es incomprensible es que tanta calidad, experiencia (llegaron a encabezar festivales de peso en Inglaterra) y trabajo, no se vea reflejado en la venta de entradas para sus conciertos, salvo excepciones como Madrid o Barcelona.

Steve Overland es de esos artistas que tan sólo empezar a cantar lo reconoces, porque su voz es incomparable. Si a eso le sumamos simpatía, carisma y que apoya con la guitarra de maravilla, pues sólo cabe decir que es único.
Venían presentando su decimocuarto álbum de estudio tras más de 40 años de carrera llamado Old Habits Die Hard, del cual sólo tocaron el tema que abre este trabajo, «Out of the Blue». El set list se basó casi en su totalidad en clásicos de sus dos primeros discos que fueron los que marcaron la época dorada, más un puñado de temas repartidos de su extensa discografía.

«I Belong to the Night«, «Someday (You’ll Come Running)«, «That Girl«, «Tough It Out«, «Bad Luck«… grandes canciones interpretadas de forma magistral que nos hizo bailar y disfrutar sin parar. Entremetieron una versión de Eric Martin «Everytime I Think of You» (bordada por parte de Steve), y algún tema más reciente, como «Synchronized«, que daba nombre a su anterior trabajo.
Jim Kirkpatrick a la guitarra solista, clavó cada uno de los de los riff y solos cristalinos y limpios; Pete Jupp toca su kit de batería con una precisión y contundencia acompañando a su medida justa y además sonando de maravilla; Merv Goldsworthy al bajo a veces galopante, marcando el ritmo, y el simpático Jem Davis a los teclados que como he dicho antes, hizo doblete después de tocar con Grand Slam.

Y que decir de los coros. Las armonías vocales son PERFECTAS. En época de autotune, equipos de ayuda vocal y demás apoyos tecnológicos; un ejercicio de música en vivo sin trampas ni cartón es de valorar y admirar.
Para los bises dejaron «Story of My Life«, donde Steve nos tocó la fibra sensible dada su aterciopelada y única voz, ganando enteros en directo pues la interpretación, solamente arropado por el piano y los coros, provocó un clímax inigualable acompañado por la luz que emanaba de la linterna de los móviles del público, meciéndose al unísono en un mar de brazos en alto.
Y para no marcharnos demasiado tiernos, vuelta a bailar con «Let Love Be the Leader» y «Other Side of Midnight«, dejándonos un sabor de boca inmejorable y a todos y cada uno de los que allí estuvimos satisfechos al 100%.
Prueba del disfrute máximo del público fue que no pararon de cantar y acompañar con palmas todas las canciones y los vítores finales que se prolongaron durante unos minutos.
Una magnífica noche de música auténtica y de las que son bálsamo para el espíritu. ¡Muy grandes!
Podéis ver todas las imágenes del show en el álbum de flickr.

Y así, estimado lector, es como vivimos el concierto de FM y Grand Slam en la Sala Custom.
Autores de la entrada: Mia Wallace y Javier Barrera.
