Visita entre bambalinas
Esta semana os traemos un nuevo relato de nuestro colaborador Francisco Javier Torres Gómez, una fantasía musical con apariciones demoníacas que os hará más entretenida, aún, la hora del vermú.
¡Leed, insensatos!

La banda de rock duro «Abyssal Wrath» estaba en el camerino del estadio, revisando los últimos detalles antes del concierto más grande de su carrera. La expectación en el aire era palpable, y las vibraciones de los fanáticos en las gradas se sentían como un pulso constante, un preludio de la tormenta sonora que estaban a punto de desatar. La adrenalina corría por sus venas y la emoción se mezclaba con una pizca de nerviosismo.
El líder de la banda, Marcus, afinaba su guitarra mientras intercambiaba miradas de complicidad con los demás miembros: Lily, la bajista de aspecto gótico; Dave, el baterista de carácter explosivo; y Ethan, el tecladista y maestro de los sintetizadores.
De repente, las luces parpadearon y una corriente fría recorrió el camerino. Un olor a azufre llenó el aire y, en un abrir y cerrar de ojos, una figura imponente apareció frente a ellos. Vestido con un traje negro impecable y una sonrisa malévola, el mismísimo Satán se manifestaba ante ellos.
—Buenas noches, Abyssal Wrath —dijo con voz profunda y resonante—. Me alegra ver que están listos para el espectáculo. Pero, ¿qué les parecería si les ofreciera algo más que un simple concierto?
Los miembros de la banda se miraron entre sí, atónitos y desconcertados. Satán continuó sin esperar respuesta.
—He venido a proponerles una oferta única. Permítanme unirme a ustedes en el escenario esta noche, y les garantizo que su concierto pasará a la historia por su contundencia y su increíble puesta en escena. La energía, la pasión y el caos que desatarán será inolvidable.
Marcus, tratando de mantener la compostura, dio un paso adelante.
—¿Y qué quieres a cambio?
—Solo una oportunidad para mostrar mi… estilo. Nada más, nada menos. Ustedes serán la banda más legendaria que jamás haya existido, y yo simplemente disfrutaré del espectáculo desde dentro.
Lily, con su característico escepticismo, preguntó:
—¿Por qué nosotros?
—Porque, querida Lily, ustedes tienen el fuego y la oscuridad que necesito para esta noche. Juntos, crearemos algo que nadie podrá olvidar.
Ethan, intrigado y siempre en busca de innovaciones para sus espectáculos, murmuró:
—Podría ser épico…
Dave, siempre el más impulsivo, añadió:
—¡Hagámoslo! ¿Qué tenemos que perder?
Marcus miró a sus compañeros, y asintió lentamente.
—De acuerdo. Lo haremos. Pero si intentas jugarnos una mala pasada…
—Tranquilo, Marcus. Esta noche se trata de crear historia, no de destruirla.
Con un gesto de su mano, Satán desapareció, dejando tras de sí una estela de humo y la sensación de que algo monumental estaba por suceder.
La banda salió al escenario con una energía renovada. Las primeras notas resonaron como nunca antes, y pronto una figura oscura se unió a ellos. Satán, en toda su gloria infernal, tocaba la guitarra con una maestría sobrenatural. Los efectos visuales explotaban en una sinfonía de luces y sombras, y el público se entregaba a una locura colectiva.
La música era una mezcla de caos y armonía, de furia y belleza. Las notas parecían cobrar vida propia, bailando en el aire con una intensidad nunca vista. La presencia de Satán elevaba la performance a niveles insospechados, transformando cada riff y cada golpe de batería en una experiencia casi divina.
Al final del concierto, el estadio entero quedó en un silencio reverente antes de estallar en vítores ensordecedores. La banda, agotada pero extasiada, sabía que habían presenciado algo más allá de lo terrenal.
Satán, sonriendo con satisfacción, se despidió con una reverencia teatral.
—Gracias, Abyssal Wrath. Esta noche hemos hecho historia. Hasta la próxima.
Y con eso, desapareció en una nube de humo, dejando a la banda y a los miles de espectadores con una memoria imborrable, una noche en la que la música y lo sobrenatural se habían fusionado en un espectáculo sin igual.
Desde ese día, Abyssal Wrath se convirtió en leyenda. Su nombre resonó a lo largo y ancho del mundo del rock duro, y su concierto fue recordado como el más épico de todos los tiempos. Cada vez que alguien contaba la historia, se preguntaban si realmente habían tocado con Satán o si todo había sido una alucinación colectiva. Pero los miembros de la banda sabían la verdad, y esa verdad los perseguiría para siempre.
Francisco Javier Torres Gómez